¿Tu quoque, fili mi? (¿Tú también, hijo mío?) Frase pronunciada por Julio César el 15 de marzo del año 44 a.C., cuando vio que, entre los conjurados contra él, estaba Bruto, su hijo adoptivo, que sostenía un puñal para asesinarlo. Triste constatar que Olga Sánchez, secretaria de Gobernación y ex ministra de la SCJN, no se dé cuenta de la magnitud del problema al que alimenta pidiendo al INE los datos biométricos de los ciudadanos, y con ello generar una nueva identificación de la población adulta mexicana (también útil para la realización de consultas populares).
Tal vez el equipo de Olga fue asesorado por Manuel Bartlett; los tiempos cambiaron, pero el ex gobernador de Puebla no dudo que quiera evocar el alterar los resultados de las elecciones desde Bucareli... El hecho es que lo propuesto ahora podría significar regresar a esos tiempos.
La idea de una identificación única para todos los mexicanos —¡que idealmente también incluya a los menores de edad!— no es mala. María Elena Morera, de Causa Común, entre muchos otros actores y expertos en el tema, lo ha comentado en infinidad de ocasiones; dicho DNI podría contener información demográfica y hasta fiscal. El asunto es no caer en la trampa de mezclar los requerimientos de datos biométricos con los propios de una identificación para votar. De lo contrario, se podría identificar a ciencia cierta quién vota por cuál partido (suponiendo se adopte un sistema de votación vía lector digital de huella dactilar), así como manipular la propaganda y los programas sociales a partir de incentivos partidistas. La identificación única resulta tan sencilla cómo asignar un número serial, estandarizado y controlado a cada mexicano desde el día de su nacimiento, ligado a elementos biométricos de preferencia. Ese número serviría para acceder a la seguridad social, pagar impuestos y crear un expediente único para realizar trámites o registrar otros expedientes públicos (de salud y educación, por ejemplo). Así funciona en diversos países, pero en ningún caso sirve ese DNI como mecanismo para votar. Me preocupa que no perciba la dimensión que significaría vulnerar una de las más importantes instituciones, la única capaz de medianamente salvaguardar elecciones limpias, la misma que logró que el triunfo de AMLO pudiera suceder democráticamente.
Algunas personas señalan que el padrón electoral/lista nominal está a la venta desde hace tiempo; y sí, desafortunadamente hay quienes, desde la ilegalidad, cuentan con el listado nominal y han permitido su venta; acto que siempre debe ser denunciado y sancionado por la autoridad.
Otros más barruntan que algunos datos biométricos los tienen los bancos, los teléfonos inteligentes, con lo cual quieren defender que los pueda obtener ahora Segob. A partir de un consentimiento, cada quien puede dar su información a quien quiera; pero cuando la identificación tiene fines electorales, los datos biométricos deben ser custodiados por un órgano autónomo; el INE en este caso. Por algo así lo establece la ley. Ojalá Olga recapacite y se incline a favor de la legalidad y defienda el porqué de la importancia y autonomía del INE.
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POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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