La investigación y desarrollo tecnológico en el mundo cada día avanza más logrando resultados que hace apenas una década no hubiéramos imaginado, por otra parte, el grave problema del cambio climático que enfrenta nuestro planeta no sólo es real, sino que cada vez más grave y en algunos casos irreversible, los casos que en las últimas semanas hemos escuchado en Brasil o Australia deben de alertarnos y sensibilizarnos a todos.
Es por ello que no podemos perder la brújula y equilibrio entre maximizar los beneficios que nos ofrecen ciertos insumos con las tecnologías actuales en el corto plazo, con el desarrollo e innovación en el uso de otras que sean sustentables.
Por ejemplo, el hidrógeno es el elemento más básico del universo y de mayor presencia, sin embargo, no podemos obtenerlo en la tierra en forma pura, por lo que es necesario producirlo. Actualmente es utilizado en procesos de refinación y producción de amoníaco, siendo marginal su uso como combustible o en la generación eléctrica, pero se ha comenzado a considerar como un insumo que podría sustituir a varios de los energéticos que convencionalmente utilizamos.
[nota_relacionada id=829811]Al tener alto poder térmico, puede atender necesidades energéticas que difícilmente se pueden satisfacer por la electrificación directa, es decir, la sustitución del uso de combustibles fósiles por una fuente más limpia, ya que genera agua como residuo. Su implementación se ha visto impulsada por varios países a inicios de 2000 y en 2019 se ha retomado con especial interés.
Ahora bien, 76% de hidrógeno que se consume, se obtiene del procesamiento del gas natural y agua; 23% del uso de carbón (gasificación del carbón); y por último 1% a partir de la electrólisis del agua, que es el paso de una corriente eléctrica a través del agua que permite separar el oxigeno del hidrógeno. Su clasificación depende de la fuente y proceso, al provenir del gas natural y carbón se clasifica en hidrógeno gris; hidrógeno azul, que proviene del gas natural y carbón, pero se captura y almacena el CO2 generado en su producción; y el hidrógeno verde que se obtiene de la electrólisis del agua y uso de energías renovables como fuente eléctrica, lo cual no genera CO2.
Los principales sectores que pueden adoptar una solución de cero emisiones de CO2 basada en hidrógeno son la industria, donde podría remplazar el uso de los combustibles fósiles, incluyendo el gas natural o la calefacción y generación eléctrica, también puede ser utilizado para el transporte, ya se está probando en aplicaciones de transporte pesado basadas en celdas de combustible de hidrógeno como generadores eléctricos.
[nota_relacionada id=820981]En casos prácticos se puede observar a París, Francia con una flota de 600 taxis para 2020, que no tiene repercusiones en el costo del servicio y usa hidrógeno gris, pero busca usar hidrógeno verde; y Almston está en pruebas con un tren impulsado con celdas de hidrógeno en Baja Sajonia, Alemania; entre otros.
El principal reto es económico, el cual varia entre regiones, por ejemplo, la Agencia Internacional de Energía estima que producir hidrógeno gris en Oriente Medio cuesta 1 USD/kg, y producir hidrógeno verde a partir de energía solar es 1.6 USD/kg, por lo que para que sea competitivo el hidrógeno verde tendremos primero que ver avances tecnológicos que abatan el costo de otras tecnologías.
El hidrógeno debido a su flexibilidad puede ser un componente presente en diversas aplicaciones, México puede adoptar dentro de su política energética estas soluciones en las regiones donde el gas natural no llega y los costos de la electricidad son altos, pero los recursos renovables son abundantes como en la zona sur-sureste, así como incentivar la investigación en un tema donde la carrera ya comenzó. [nota_relacionada id=827985]
POR JORGE LAVALLE
SOCIO DEL DESPACHO ACCURACY LEGAL AND CONSULTING
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