López Obrador le da el avión al pueblo

La venta del avión presidencial pasó de vendarse, a una rifa

El presidente López Obrador no es el primer mandatario que se ha propuesto vender un avión presidencial por considerarlo un exceso o lujo innecesario. Existen, por lo menos, dos expresidentes que intentaron vender sin éxito sus respectivas aeronaves oficiales.

El primero fue el ex presidente argentino Fernando de la Rúa, quién intentó vender el Tango-01 por considerarlo un símbolo de la corrupción de su antecesor Carlos Menem; sin embargo, su venta terminó cayéndose, pues sólo podría venderse en 28 millones de dólares (casi la mitad de lo que costó), lo que desató las críticas por el mal negocio que representaba la operación.

El segundo fue el ex presidente de Perú Alán García, quien en su segundo mandato (2006-2011), como parte de su política de austeridad, anunció la venta del avión presidencial por considerar su uso como un gasto excesivo, además de acusar a su antecesor, Alejandro Toledo, de organizar parrandas en él. Con los recursos obtenidos, Alán García prometía construir un hospital infantil; no obstante, la subasta pública quedó desierta.

Al final, ambos se vieron en la necesidad de usar las aeronaves ante el nulo interés de los compradores y sus propuestas terminaron convirtiéndose en una cortina de humo en medio de fuertes turbulencias económicas y denuncias por corrupción. Tal como ocurrió en estas naciones, la venta del TP-01José María Morelos” en México no sólo ha sido un fracaso, sino también un distractor mediático ante el 0% de crecimiento de la economía, los 380 mil despidos y más de 35 mil asesinatos en el primer año de la 4T; añádase el recorte del pronóstico de crecimiento, a 1%, del PIB para 2020, anunciado por el FMI, y la crisis del sector salud debido a la transición del Seguro Popular al Insabi, en la que derechohabientes han denunciado cobros indebidos de servicios en los hospitales, justo cuando se hacía público el nacimiento del primer nieto de AMLO en un hospital privado en Houston, Texas.

Pero lo que llama la atención del Presidente es que en lugar de iniciar una auditoría e investigación sobre la compra de este aeroplano “faraónico”, proponga ahora cargarle la factura al pueblo y darle el avión mediante una rifa que suena más a una alevosa forma de recaudación, que seguramente será aplicada a simpatizantes cautivos de Morena, y muy probablemente impuesta a burócratas y otros sectores de la economía informal.

De concretarse su idea, el pueblo sabio terminará pagando 3 mil millones de pesos adicionales a los mil 833 millones de pesos de recursos de los contribuyentes que ya se han erogado por el avión al cierre de 2019 (según el propio AMLO y Banobras). Es decir, los mexicanos habrían tirado a la basura 4 mil 833 mdp, para ayudar al gobierno a terminar de pagar un avión que dejará de ser propiedad de la nación para quedar en manos de un privado (en una de esas, un político se saca la lotería). Bajo esta nueva filosofía de rescates públicos pagados por la gente, al más puro estilo del Fobaproa, esperemos que el gobierno de López Obrador no termine rifando la nueva refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía.

POR RUBÉN SALAZAR

@ETELLEKT_

IMU