Criticar a la TV deportiva

¿Qué pasaría si los dts y futbolistas cuestionaran a los comunicadores como ellos suelen hacerlo?

Es común que los entrenadores y jugadores de futbol ataquen a los programas deportivos. Lo habitual es que, molestos porque los critican, desacrediten a los que hablan en un micrófono, porque ellos nunca jugaron profesionalmente. Una bobera común, similar a invalidar a un crítico de cine debido a que éste nunca actuó en una película.

Llama la atención, hay que decirlo, la poca apertura que tenemos muchos de los que nos dedicamos a los medios de comunicación a que nos critiquen. Nos prendemos de inmediato. Tenemos la piel muy delgada, pues. Como si cuestionarnos fuera una ofensa, algo prohibido. ¡Hay de aquel futbolista que ose criticar nuestro trabajo! Nos llevamos, pero no nos aguantamos.

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¿Y si fuera al revés?, ¿qué tipo de crítica a los comunicadores deportivos y a sus emisiones harían los futbolistas y entrenadores si se dedicaran a eso más allá del absurdo “no sabe, porque no fue deportista profesional”? ¿Harían cuestionamientos y señalamientos similares a los que ahora hacen quienes están en un foro de televisión a los que están en la cancha?

Seguramente darían a conocer el sueldo que ganamos por nuestro trabajo en la televisión, y dirían que es injusto que nosotros, que únicamente nos sentamos a hablar y a hablar, obtengamos más dinero que un obrero que labora de sol a sol.

Nos criticarían por conformarnos con trabajar en un medio de comunicación en México, por ser comodorros, por no dejar nuestra zona de confort e ir a conquistar la BBC de Londres, por ejemplo.

Nos seguirían a los restaurantes que frecuentamos antes de entrar al aire, y si se nos ocurre tomar cerveza o vino, nos destruirían por nuestra grave irresponsabilidad de estar en un programa en vivo con aliento alcohólico.

Harían públicos nuestros ratings, y si no son los mejores, cuestionarían violentamente a la empresa que nos contrató, y que no nos ha despedido.

Se burlarían de la excesiva publicidad que tienen nuestras emisiones, se mofarían de que tengamos tantos y tantos patrocinadores. Asegurarían que lo único que nos importa es el dinero.

Nos reventarían si se nos abre la oportunidad de cambiar de empresa comunicativa y lo hacemos. No importa la mejora económica ni de condiciones de trabajo, es una vergüenza nuestra falta de lealtad. Nos tacharían de mercenarios.

Nos exigirían nuestra renuncia tan pronto nos veamos un poco viejos, para dejarle nuestro lugar a un chavo.

Repudiarían nuestro derroche si se nos ocurre comprar un buen coche o un reloj de lujo.

Sí, más o menos así serían las críticas… y vaya que si serían divertidas.

¿Cómo las tomaríamos?

 

POR ALFONSO VERA

ALFONSO_VERA@HOTMAIL.COM

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