¿Quién nos escucha?

No somos capaces de hacer una pausa, no para oír, sino verdaderamente para escuchar a los demás

La periodista Kate Murphy publicó un libro para entender el ambiente de crispación e intolerancia que vivimos, no sólo en redes, sino en la esfera cotidiana. You're Not Listening (No estás escuchando) es un estudio de una de las fallas más grandes de nuestra contemporaneidad: no escuchamos, no somos capaces de hacer una pausa, no para oír, sino verdaderamente para escuchar a los demás.

En la primera parte hace una disección de la falta de empatía. Interrumpimos, o bien para dar una solución o, peor, para contar una anécdota. Esas frases cortadas y terminadas mal son curiosamente típicas de las parejas que llevan juntas muchos años. En las amistades también ocurre mucho que el interlocutor intente un monólogo con su propia historia.

Murphy entrevista a expertos en el arte de la escucha (agentes de la CIA, vendedores de muebles, expertos en grupos de enfoque y análisis cualitativo). Ella se vuelve experta en escuchar. Afirma que al entrevistarlos se da cuenta de que la mayoría se sorprende porque no están acostumbrados a que alguien de verdad escuche.

La guía que propone es magnífica: aceptar fascinarnos —en lugar de temer— por la impredictibilidad de los otros. Escuchar profundamente, de acuerdo con Murphy, implica preguntarnos, por ejemplo, ¿por qué esta persona piensa eso? ¿Acaso sabe algo que yo desconozco? Los expertos lo llaman “capacidad negativa”, y es el signo de un escucha maduro y evolucionado. Algo ajeno en el debate político no sólo en EU, con Trump y la polarización que ha provocado, sino en nuestro país, con la absurda división entre chairos y fifís, por ejemplo.

Según Murphy, estamos radicalmente solos por nuestra incapacidad de escuchar. Entramos a las redes sociales para ver con quién pelearnos, a quién odiar. ¿Por qué razón? Si seguimos a nuestra autora, es claro: porque no sabemos escuchar, ni siquiera sabemos honestamente responder, por ejemplo: “No sé qué decirte”, o “me gustaría pensar en esto, pero ahora no tengo una opinión formada”, por poner sólo dos ejemplos de su libro.

La velocidad que tanto le preocupa al sociólogo alemán Helmut Rosa, la inmediatez brutal del ciclo noticioso, el egoísmo del individualismo neoliberal, todo esto abona en que tengamos los oídos cerrados para comprender a los demás. Escuchar, dice Murphy, requiere de la acción, significa suspender mi autonomía moral, así sea por un breve lapso, ponerme en los zapatos de los otros, comprender de dónde vienen su visión del mundo, sus ideas. La mayoría de nuestros interlocutores sólo desean ser escuchados, no requieren una solución inmediata a sus problemas, ni nuestros sabios consejos, sólo necesitan nuestra atención. Por algo hay un viejo proverbio que dice que la naturaleza sólo nos dio una boca, pero dos oídos, para atender doblemente a los demás.

Es tiempo, pues, de hacer una pausa. De dejar de tener la razón. De lo contrario, a nosotros también, quién nos escuchará.

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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