Desde el inicio del periodo del presidente Trump, los conflictos en el mundo han cambiado de naturaleza; la participación de Estados Unidos ya no es a la que estábamos acostumbrados. Sin embargo, a principios del siglo XXI y con el ataque terrorista que derribaron las Torres Gemelas, la actitud de los líderes americanos frente a las nuevas amenazas fue contundente.
Con este cambio, el mundo entendió que el objetivo de los norteamericanos no era el mantenimiento de la paz, más bien, la consolidación de su poderío en una de las zonas más efervescentes: el Medio Oriente.
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Ya han pasado 19 años desde la caída de las Torres Gemelas y 17 años después de la invasión a Irak, pero las tensiones y los conflictos en Medio Oriente no son los mismos. Con la entrada de Donald Trump al poder, la política exterior hacia el Medio Oriente dio un giro radical. Ya no era prioritaria la presencia de las tropas americanas en dicho escenario porque los intereses de la administración de EU apuntaban a otras regiones. Los primeros en resentir este cambio de política fueron sus aliados de la OTAN. Trump, con su forma muy particular de hacer política, anunció que los miembros deberían de hacerse más responsables y contribuir más económicamente de lo contrario consideraría su salida.
Posteriormente, Turquía presionó a EU para conseguir su apoyo contra la causa kurda mediante la OTAN y además inició el acercamiento con los rusos, sin embargo, la reacción norteamericana fue retirar las tropas en el norte de Siria y el "abandonar" la zona de Medio Oriente. Se deduce que la administración Trump está buscando dar un mensaje: "Ya no nos interesa tanto".
A pesar de este cambio de estrategia en el Medio Oriente por parte de Estados Unidos, los acontecimientos ocurridos a inicio de este año nos han puesto a cuestionarnos cuáles son los siguientes pasos de esta potencia y si estamos frente a una de las estrategias electorales más radicales de Trump o hay un nuevo botín que conseguir. Lo cierto es que, con el cambio de este escenario regional, las consecuencias podrían escalar a niveles sin precedente.
En los últimos días, con el ataque a las bases militares de Ain al Asad y en Erbil, el derribo del vuelo ucraniano y el creciente descontento entre los iraníes alimentado por los tuits de Trump, podemos ver que se está generando la tormenta perfecta para una nueva escalada en Medio Oriente. La pregunta que surge es: ¿a qué precio?
No sabemos si estamos en el inicio de una nueva conflagración de carácter mundial, aún falta ver los siguientes pasos de la comunidad internacional y de la población civil. Lo cierto es que este nuevo Estados Unidos no es a lo que el mundo estaba acostumbrado. Ya no es la batalla por el dominio si no que, hoy más que nunca, estamos en un tablero en donde los jugadores deben pensar estratégicamente cada jugada.
POR LAURA PAULINA AXOTLA FLORES
ASISTENTE ACADÉMICO DE LA FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES DE LA UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO
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