El 7 de noviembre de 2019, en el Senado de la República, se llevó a cabo la designación de la persona titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), para el periodo 2019-2024, recayendo dicha designación en la activista social Rosario Piedra Ibarra.
Además de las consideraciones de fondo sobre la persona designada, y lo relevante que resultará para la institución el cambio de paradigma (para bien o para mal) al ser la primera vez, desde la fundación de este organismo en 1990, que la designación no recae en una persona con perfil académico sino de lucha social; es importante realizar algunas consideraciones sobre la legitimidad de la nueva titular para el ejercicio de dicho encargo, y los nuevos retos que habrá de enfrentar.
Según los Principios de París, (que regulan las características y perfil que este tipo de instituciones deben mantener), la legitimidad de origen en la designación de quien preside el organismo protector de derechos humanos, es esencial para garantizar su adecuada labor.
Contar con una persona titular de la CNDH con una legitimidad cuestionada por supuestos vicios del procedimiento de designación ante la Cámara de Senadores, podría constituir un grave problema para su buen funcionamiento y desempeño.
Cabe recordar que la terna que fue votada por el Senado de la República en dos ocasiones, con fecha 31 de octubre, sin que ninguno de los aspirantes obtuviera la mayoría calificada; se votó por tercera y última ocasión el 7 de noviembre del presente año, dando como resultado la siguiente votación:
De los 114 votos emitidos, Rosario Piedra obtuvo las dos terceras partes, 76 votos, Arturo Peimbert Calvo alcanzó 24 y José de Jesús Orozco Henríquez, ocho. Asimismo, se contabilizaron seis abstenciones.
De todo ello se puede concluir que, aunque de manera apretada, la persona designada como titular de la CNDH para el periodo 2019-2024, goza de legitimidad de origen en la designación. Lo contrario sería un atentado contra la independencia y autoridad moral que este organismo debe guardar en su desempeño durante los próximos 5 años, y resultaría muy grave, dada la necesidad de fortalecer el sistema no jurisdiccional de protección de derechos humanos en nuestro país, por lo que es preciso cerrar ese capítulo y dar marcha adelante a los nuevos retos que enfrenta este organismo con autonomía constitucional.
Lo importante ahora será que en el desempeño de sus funciones, el nuevo perfil que representa Rosario Piedra, convierta a la CNDH en una instancia con visión social, cercana a la gente, que se ocupe verdaderamente de la protección no jurisdiccional de los derechos humanos individuales, pero sobre todo, de los colectivos, conocidos también como derechos “programáticos”.
La labor de la CNDH hoy en día, junto con el papel de la SCJN en la protección de los derechos humanos, es sin duda un elemento fundamental para revertir décadas de marginación y exclusión de distintos grupos sociales en nuestro país. Esperemos que los resultados así lo demuestren.
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POR ARMANDO HERNÁNDEZ CRUZ
EX PRESIDENTE DEL TRIBUNAL ELECTORAL DEL DISTRITO FEDERAL
@DRARMANDOHERNANDEZ
eadp