Generación disruptiva

Millennials y Zs están generando su propia disrupción, no sabemos aún si para bien o para mal

En las decisiones que han marcado los eventos disruptivos de los últimos años un segmento de la población ha jugado un papel preponderante. Por acción o por omisión, la generación millennial (nacidos entre 1983 y 1994) ha imprimido un sello a los acontecimientos.

De ahí el interés por saber qué piensan, cómo ven la vida estos treintañeros y los más jóvenes que vienen detrás.

La edición 2019 de la Encuesta Global a Millennials elaborada por la consultora internacional Deloitte ofrece una valiosa mirada desde la óptica de 13 mil 416 millennials de 42 países y 3 mil nueve Gen Zs (nacidos entre 1995 y 2002) de 10 nacionalidades.

De entrada, estas generaciones comparten un sentimiento de desconfianza y pesimismo explicable en gran medida porque han vivido atrapados en permanente conmoción económica, política y social. La recesión del 2008 pescó a los mayores en su ingreso al mercado laboral, lo cual según el reporte tiene efectos negativos de largo plazo en los salarios y las trayectorias profesionales.

De hecho, el impacto es más profundo. A diferencia de las generaciones de la posguerra, marcadas por la cooperación internacional, la expansión económica y el baby boom, en la década pasada se incrementó la desigualdad económica, se redujo el tejido social, la revolución tecnológica cambió radicalmente los empleos y las relaciones laborales, y las tecnologías personales y redes sociales han conectado y aislado al mismo tiempo a las personas.

No sorprende entonces que millennials y Zs tengan expectativas económicas y sociales en su nivel más bajo. Que desconfíen de las instituciones tradicionales, incluidos los medios de comunicación, y de su capacidad para generar progreso social.

Permea en ellos la desilusión. Se sienten insatisfechos con sus vidas, su situación financiera, sus empleos, los líderes políticos, las redes sociales y el uso de la información.

Frente a la incertidumbre, valoran la experiencia. Aspiran a viajar y ayudar a sus comunidades antes de iniciar sus propias familias o negocios.

Gastan su dinero según sus convicciones, en productos de empresas alineadas con sus creencias y valores. No dudan en cambiar patrones de consumo para manifestar posiciones políticas.

El impacto de cambios radicales en la vida diaria golpea más fuerte a los jóvenes económica, social y psicológicamente. En materia económica, la ruptura puede generar innovación, crecimiento y avances. En las vidas privadas, es otra historia. La encuesta refleja un segmento de la población estructuralmente cambiado por la vorágine. En respuesta, millennials y Zs están generando su propia disrupción, no sabemos aún si para bien o para mal. Pero también están dando las claves para responderles en formas que los beneficien a ellos y al mundo del que, más temprano que tarde, tendrán que hacerse cargo.

A los amables lectores, un feliz 2020 lleno de paz, salud y éxitos.

POR VERÓNICA ORTIZ

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@VERONICAORTIZO

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