Soltar la estructura

Echemos la vista atrás y levante la mano quien haya cerrado el 2019 tal y como se lo propuso justo cuando arrancaba hace un año.

Seguro que vería muchas manos arriba, pero no faltará el que, como yo, no señale hacia el cielo porque el año les presentó un panorama totalmente opuesto a lo planeado.

¡El tiempo es tan relativo! Un año puede parecer poco, pero pueden pasar tantísimas cosas en su transcurrir que por eso es mejor tener la mente abierta para aceptar todo aquello que no veíamos venir.

Si alguien me hubiera dicho justo hace un año que yo cerraría la década viviendo en Barcelona y habiendo dejado la televisión me hubiera reído a carcajadas. Y la realidad es que aquí estoy, esperando ansiosa a que se acabe un año que ha sido de los más duros de mi vida.

Dice un dicho que los comienzos vienen disfrazados de finales dolorosos. Y en muchos casos es así, pero tengamos presente que dejando a un lado el dolor se nos presenta una gran oportunidad de volver a empezar, de enfrentarnos a un lienzo en blanco en el que podemos pintar lo que queramos, con los colores que elijamos, depende sólo de nosotros. No saber qué nos depara ese volver a empezar puede ser un poco aterrador, pero nos enseña nuestra madera una vez que arranca la aventura.

Yo suelo ser una persona muy estructurada para mis cosas y me gusta tener todo planeado de manera que el futuro no me sorprenda de bajada en la curva a toda velocidad. Este año me ha sacudido por completo y me ha enseñado que, en realidad, no necesito tener todo planeado para poder avanzar como yo quiero; lo único que necesito es dar el siguiente paso y así sucesivamente hasta crear el camino al que la vida me va llevando, escuchando más a mi corazón y dejando que el universo me hable y, sobre todo, haciéndole caso; a veces la vida nos habla a gritos y nos vamos haciendo los sordos, hasta que es inevitable que te dé el empujón para que caigas y te levantes.

Nada de todo lo que me sucedió en el 2019 lo imaginé si quiera; mis planes estaban muy lejos de lo que fueron hechos. Fue un año que, desde que inició, me arrastró a lugares muy dolorosos en los que descubrí que gente que yo quería mucho fue capaz de hacerme un daño profundo sin importar el cariño y la amistad. Me alejó de personas que me importaban porque me demostró que no era correspondida. El 2019 me retó y me puso a prueba en muchos sentidos de la palabra.

Al final me sorprendió con la oportunidad de dejar México e iniciar una nueva vida en otro país; y ante la propuesta lo que hice fue dejar la estructura, lanzarme a la aventura y, contra mi propia naturaleza, solamente di el siguiente paso.

Y aquí estoy, dando pasos cada día, marcando un camino hacia la esperanza y confiando el magia de volver a empezar ¡Feliz 2020!

Por Atala Sarmiento

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