Venezuela ha vivido los peores seis años de su historia. Tras la muerte de Hugo Chávez, su heredero político, Nicolás Maduro, asumió el control del gobierno y desde entonces ha luchado con uñas y dientes para conservar su herencia: algo que ha logrado.
Maduro se ha encargado de anular a todos los osados que le han tratado de arrebatar el poder. El primero en su lista fue Henrique Capriles, entonces gobernador del estado de Miranda; en él se cifraron las esperanzas de una sociedad venezolana que ya se sentía incómoda con el chavismo y su afinidad absoluta con Cuba.
Tras la muerte de Chávez, se convocó a elecciones en 2013, ahí comenzó el verdadero infierno de los venezolanos, resultados cuestionables y una serie de amenazas apagaron el ímpetu y las esperanzas opositoras para remover al chavismo. Capriles perdió y se perdió como político. Bajó su perfil y prácticamente desapareció de la lucha opositora.
Maduro se legitimó para gobernar hasta 2018, durante este periodo la tortura, escasez de alimentos, represión, ejecuciones y un desplome –sin precedentes– de la industria petrolera alcanzaron su consolidación.
En 2014, tocó el turno al exalcalde de Chacao, Leopoldo López, un opositor que ya estaba en la lista negra de Chávez. Como líder del Partido Voluntad Popular levantó la bandera, que dejó tirada la hoy extinta Mesa de Unidad Democrática y Capriles, para convocar a nuevas marchas con la intención de arrebatar el control a Maduro.
Después de una ola de protestas contra la mala administración y el empoderamiento casi absoluto de Cuba en el país petrolero, la Fiscalía General de la República emitió una orden de arresto contra Capriles y lo responsabilizó por la muerte de 43 personas (en realidad víctimas de la represión de los grupos paramilitares chavistas, llamados Colectivos).
Leopoldo se entregó a las autoridades, confiado quizá en que la presión internacional lo liberaría, pero no fue así. En 2015 fue sentenciado a 13 años de prisión, con un adosado sistema de torturas que debilitó su salud e incluso alcanzó a su esposa Lilian Tintori.
Durante tres años la oposición se quedó a la deriva, pero apareció una nueva esperanza: Juan Guaidó, quien 13 días después de que Maduro asumió su segundo mandato, el 10 de enero de 2019, tras unas elecciones sin oposición, decidió autonombrarse Presidente encargado, recibiendo el apoyo de 50 países, entre ellos Estados Unidos.
Nueve meses después de su juramentación, Guaidó atraviesa por días difíciles, una fracción opositora ya negocia con Maduro. Esta vez no pasó de un intento de golpe militar que en lugar de traicionar al régimen lo traicionó a él y, de paso, enterró las esperanzas de una sociedad que vive con un salario mínimo mensual que no alcanza los dos dólares y un éxodo que toca el umbral de los cinco millones.
Mientras tanto, Maduro se alista para el bravo que vuelva a retarlo.
POR ISRAEL LÓPEZ GUTIÉRREZ
ISRAEL.LOPEZ@HERALDODEMEXICO.COM.MX
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