Esto cambia todo

No contaba con la astucia de Donald Trump para hundirse de vuelta en el “impeachment”, con mucho mayor claridad y celeridad que antes

Hace apenas dos meses, en este mismo espacio, tras la comparecencia del fiscal especial Robert Mueller ante el Congreso estadounidense, pronostiqué: “después de este episodio, la probabilidad de un juicio político, o de nuevas acusaciones de obstrucción de la justicia o de colusión con los rusos parecieran disminuir notablemente.” Puedo decir, apegándome a la redacción, que no me equivoqué. No habrá juicio político por coludirse con Rusia.

Pero no contaba con la astucia de Donald Trump para hundirse de vuelta en el “impeachment”, con mucho mayor claridad y celeridad que antes, de la mano del enemigo regional más notorio de Rusia, Ucrania, y de su presidente entrante Volodymyr Zelensky.

En síntesis, en una llamada confirmada por la Casa Blanca, Trump claramente le pide a su nuevo homólogo ucraniano que inicie una investigación por corrupción contra su principal adversario político, el exvicepresidente Joe Biden.

Esto ocurre días después de haber ordenado que se frenara la ayuda militar del gobierno de Estados Unidos al de Ucrania (para protegerse de Rusia, por cierto). Además, una vez que un soplón de la comunidad de inteligencia denuncia esto, la propia Casa Blanca intenta ocultar los registros de la llamada, y el fiscal General nombrado por Trump rápidamente señala que no había delito que perseguir. Una chulada.

A diferencia de lo que ocurrió con la investigación rusa, la acusación ahora es mucho más puntual, involucra a Trump personalmente, y hay suficiente evidencia disponible (los registros de la llamada, la decisión de frenar la ayuda a Ucrania, más lo que se acumule en breve) al menos para poner a Nancy Pelosi contra la pared y obligarla a iniciar la investigación del juicio político contra Trump, a lo que se opuso con éxito en el caso anterior.

De entrada, la acusación contra el Presidente estadounidense de usar indebidamente al gobierno (y su política internacional) en contra de un opositor doméstico suena mucho más potente que todo lo que se había elaborado antes.

Dos incógnitas inmediatas acompañan a este hito del desastre histórico que ha sido la Presidencia de Trump. Primero, si el efecto electoral de este nuevo escándalo ablandará el apoyo irrestricto del que ha gozado Trump entre los senadores republicanos, o si seguirán defendiéndolo ante un eventual juicio condenatorio por parte de la Cámara baja. Segundo, si el propio proceso de “impeachment” frenará por completo la agenda legislativa de su país, incluyendo la aprobación del T-MEC.

Falta mucho por verse en esta película, y si algo caracteriza a Trump es que lo que a veces parece una capacidad ilimitada de autodestruirse, también puede mostrarse como una resiliencia y astucia fuera de serie. Nancy Pelosi lo sabe, y aunque ha decidido ir contra Trump, da la impresión de que los demócratas tienen en sus manos un arma inesperada, tan potente y compleja que si no la accionan con cuidado puede acabar por hacerles más daño a ellos que a su objetivo. Pero ciertamente se ven ahora en una posición más favorable que apenas hace unas semanas.

POR ALEJANDRO POIRÉ

*DECANO ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES Y GOBIERNO TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@ALEJANDROPOIRE

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