Un momento en el mitin preelectoral que el presidente Donald Trump sostuvo esta semana en Nuevo México captó la dualidad entre su necesidad política y su indiferencia hacia los hispanosestadounidenses.
Trump es profundamente impopular entre los estadounidenses de origen latino. Una reciente encuesta puso su índice de aprobación entre latinos en 25%, y la verdad no es difícil explicarlo. Parte del atractivo de Trump para los votantes blancos de clase media y baja que constituyen el núcleo de su apoyo es su compromiso de protegerlos a ellos y sus intereses fue la competencia económica o los presuntos patrones de inseguridad que traen consigo otros grupos raciales e inmigrantes, que son constantemente atacados y menospreciados.
Pero los hispanos son más y más una fuerza electoral, especialmente en el sureste de los Estados Unidos donde Trump tiene o puede tener problemas serios. Texas por ejemplo, es visto cada vez menos como un estado seguramente republicano, o California, que la posición republicana en los 90 convirtió en un estado pro-demócrata.
Comparativamente Arizona y Nuevo Mexico son estados pequeños, pero sus votos electorales cuentan y ahora estarán en juego gracias en buena medida a la creciente actividad de los latinos.
De acuerdo con estimaciones del Centro de Investigaciones Pew, las elecciones de 2020 serán las primeras en que los hispanos serán el grupo minoritario racial o étnico más grande del electorado, con poco más de 13 por ciento de los votantes elegibles.
Ese cambio refleja el crecimiento continuo de votantes hispanos elegibles, que comenzó a hacerse evidente en las elecciones presidenciales desde 2000. Con todo, el propio reporte de Pew advirtió que la participación real de los hispanos es todavía muy inferior a su posibilidad.
Con todo, el índice de aprobación general del mandatario permanece en 43 por ciento y el de rechazo en 52 por ciento del electorado. Y su respaldo entre minorías es el mínimo posible.
Por ahora, las elecciones de noviembre de 2020 parecen de Trump para perder.
Por un lado, su respaldo es minoritario pero unido a su alrededor, mientras que los demócratas están todavía por seleccionar a un candidato, que tendrá ante sí lo que de entrada parece como una tarea casi imposible: unificar a las diversas "tribus" que hoy se disputan la primacía, del centro a la extrema izquierda, alrededor de una agenda común que no ahuyente a los independientes.
Lo que si es claro es que los votantes de minorías étnicas no están entusiasmados por Trump.
En ese marco, el presunto intento de Trump por acercarse a los votantes latinos el lunes por la noche, pareció incómodo. Tanto que en una parte se refirió a su asesor Steve Cortes como alguien que "se parece más a un WASP que yo", aunque "no hay nadie que ame más a su país o sea más hispano que Steve Cortes". Y preguntó "¿Quién te gusta más, el país o los hispanos?".
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@CARRENOJOSE1
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