Mayor recaudación y mayor eficiencia del gasto

La austeridad caracterizada por recortes al gasto de inversión y a tareas básicas del gobierno no generarán mejores condiciones de crecimiento, sólo mutilarán las posibilidades de progreso de millones de mexicanos

El manejo de las finanzas públicas en el gobierno del presidente López Obrador está caracterizado por un reacomodo en el gasto, que denomina inapropiadamente austeridad, en el que se identifican tres grandes prioridades:

1) Aumentar la proporción del gasto corriente para impulsar los nuevos programas asistenciales, 2) canalizar recursos a Pemex y CFE y 3) atender el pasatiempo del presidente, el béisbol.

La forma en que el gobierno está sumando recursos para sus prioridades está minando las capacidades propias del sector público, como la reducción de recursos para medicinas, médicos, policías, científicos y para la educación en general, así como una reducción de la inversión en infraestructura que ha caído 17 por ciento en términos reales provocando la peor crisis del sector de la construcción en los últimos 10 años, con una contracción de 6 por ciento anual en su valor de producción en los primeros seis meses del presente gobierno.

México requiere más y mejores policías, más médicos, mejores hospitales, mejores maestros, mejor transporte, mejor infraestructura, mejores funcionarios, etc.

Para atender estas tareas que están en manos del gobierno, éste debe de incrementar su recaudación y su eficiencia del gasto. La austeridad caracterizada por recortes al gasto de inversión y a tareas básicas del gobierno no generarán mejores condiciones de crecimiento, sólo mutilarán las posibilidades de progreso de millones de mexicanos.

México tiene ingresos tributarios de sólo 16.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que el promedio de la OCDE es de 34.2 por ciento.

Para lograr llegar a la media de la OCDE, México tendría que incrementar su recaudación en 4.3 billones de pesos para pasar de recaudar 3.9 a 8.2 billones de pesos anuales.

De no avanzar en ese sentido, el gobierno tendrá cada vez menos recursos disponibles, por ejemplo, en el año 2000 destinaba 86 mil millones al sistema de pensiones, pero en 2018, la cifra alcanzó 712 mil millones de pesos. La mala noticia es que este tipo de presiones a las finanzas públicas se irán incrementando con el tiempo.

Si el gobierno en turno quiere comprar estadios de béisbol, donar dinero a Centroamérica, o hacer una refinería, está dentro del margen de maniobra que tiene, pero no lo debe hacer a costa de la atención en tareas básicas como la seguridad, educación, salud o infraestructura.

El gobierno debe asumir su responsabilidad para financiar sus programas y proyectos prioritarios, así como tener mejores finanzas públicas.

Para esto debe apostar parte de su capital político en la reforma del sistema de pensiones y en una reforma fiscal de gran calado que le dé recursos suficientes para atender las obligaciones del contrato social vigente.

Si el gobierno quiere darse sus lujos populistas, que vaya pensando en cómo incrementar la recaudación para pagarlos.

POR FAUSTO BARAJAS

FAUSTO1707@YAHOO.COM.MX

@FAUSTOBARAJAS

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