Patrick Crusius es, lamentablemente y en buena medida, un sujeto que piensa igual que mucho otros ciudadanos estadounidenses. Cree que hay una “invasión hispana” que está concretando un “reemplazo étnico”; que el “voto latino entregará el control a los demócratas” y que “la mezcla de razas crea problemas de identidad”. También piensa, que es su deber detener aquello que considera una “invasión”. A diferencia de muchos que piensan eso, Crusius tomó un arma AK-47 que la gente conoce como cuerno de chivo y disparó contra una multitud en El Paso, Texas, porque lo consideró “un incentivo patriótico”. Mató a decenas.
Crusius es como muchos otros que llevan su xenofobia a extremos demenciales. Igual que quien disparó y mató a nueve en una sinagoga en Pitsburgh en 2018, o al responsable de la masacre en un club gay de Orlando, donde murieron 50 personas.
Todos ellos atacaron a un grupo específico. Pero ellos nacen y se forman en un contexto que alimenta esa violencia. Ese contexto es el país que concentra 46% de las armas de fuego que existen en el planeta en manos de particulares: los Estados Unidos de Norteamérica. Allí donde 89 de cada 100 personas tiene un arma (alrededor de 300 millones) y donde 39 mil 773 personas murieron por armas de fuego el año pasado.
Ésa es su realidad, pero, ¿está tan lejos de la nuestra? No, no tanto y para allá vamos si no le ponemos un alto. México es el séptimo país del mundo con arman de fuego en poder de civiles, dices la organización Small Arms Survey. Casi 17 millones de armas de fuego en México. Muy lejos de Estados Unidos, pero… ¿es eso un consuelo?
“Hay un incremento en el número de armas que se han registrado en México en diferentes hechos delictivos. Armas pequeñas, (un aumento de) 9 por ciento; rifles, 9 por ciento; rifles automáticos, 63 por ciento; y armas de asalto, 122 por ciento.”
Esas son las cifras que entregaba el canciller Marcelo Ebrard, en una conferencia de prensa, después de reunirse con el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo y pedirle que pusiera atención a la revisión en los puntos fronterizos. Las armas que circulan aquí nos llegan del norte.
La Constitución mexicana, en su artículo 10, permite a los habitantes de este país tener armas de fuego en casa, siempre y cuando se reúnan los requisitos, contar con licencia y permisos. La verdad es que el derecho de los civiles a tener armas de fuego cobra más vidas que las guerras. Los gobiernos del mundo deben comenzar una campaña de desarme, que sea seria, masiva y rigurosa.
Deben aumentarse los derechos a pagar por la posesión de armas. Debe detenerse la escalada armamentista. Permisos para tener armas que se descargan en contra de inocentes, sueña a la vulneración de los derechos, en realidad. Eso, yo diría, es el mejor ejemplo de: “el tiro por la culata”. Una sociedad que en defensa de sus derechos abre caminos legales para acabar con los derechos de todos: eso es la muerte. Así de sencillo.
POR GABRIEL BAUDUCCO
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