Para derrotar a Donald Trump, los veinte precandidatos del partido demócrata necesitan unirse para no solamente elegir al mejor representante entre ellos, sino también para definir la dirección y la identidad que asumirán como fuerza política en las elecciones presidenciales de noviembre del próximo año. La semana pasada, se enfrentaron de nuevo los candidatos para debatir los temas más importantes para la población estadounidense en la ciudad de Detroit.
La contienda giró en torno a los candidatos de ultra izquierda, como Bernie Sanders y Elizabeth Warren y los más moderados como Joe Biden y Pete Buttigieg. Queda claro que las grandes diferencias entre ellos surgen en sus posturas sobre salud, inmigración y control de armas, al igual que el futuro desarrollo económico del país. Como ocurrió en la primera ronda de debates en junio, la mayoría de las críticas apuntalaron a la trayectoria política del ex vicepresidente de Barak Obama y el mejor posicionado, Joe Biden.
Aunque sufrió ataques fuertes por parte de la senadora Kamala Harris y el senador Cory Booker, por sus políticas migratorias y su historial en la reforma de la justicia penal, las encuestas muestran que Biden parece ser el único capaz de obtener los votos para vencer al actual mandatario Donald Trump. Las elecciones intermedias del año pasado, en las cuales los demócratas arrebataron la mayoría a los republicanos en la Cámara de Representantes, cambiando 40 distritos republicanos a su favor, revelaron que es necesario que los demócratas giren más hacia el centro de la izquierda para ganar votos en los estados claves.
No obstante, el ala socialista funciona para jalar al centro más a la izquierda, ya que el gobierno de Trump, vía sus políticas de derecha extrema, ha causado que el espectro político sea mas conservador. Lo que queda claro es que la población estadounidense, en su mayoría, no se siente representada por ningún extremismo ideológico. Es por ello que, a pesar de que Trump logró su victoria promulgando un discurso xenófobo, racista y anti intervencionista, las encuestas revelan que los votantes, hoy, buscan a un líder conciliador que solucione las grandes carencias que sufre la clase media.
Hay que recordar que para llegar a la Oficina Oval se requieren 270 votos en el Colegio Electoral. En sólo cuatro ocasiones en la historia de Estados Unidos, la última siendo la elección de Trump en 2016, el presidente ganó sin mayoría del voto popular. Por eso, es de suma importancia que el Partido Demócrata elabore una estrategia que asegure el triunfo en los famosos swing states, estados con votantes independientes que deciden su voto por uno u otro partido de manera distinta en cada elección.
Entonces, todo se reduce en elegir a un candidato, en este caso, Biden, que logre la suma matemática exacta de delegados estatales para evitar lo que le ocurrió a Hillary Clinton. Mucho contará a la pareja que lo acompañe en la competencia hacia la presidencia. Es interesante señalar que Biden actualmente representa 30% de los votantes. Sin embargo, los extremistas de izquierda, Sanders y Warren, en su conjunto, suman otro 30%. Probablemente esto se traducirá en que Biden tendrá que ir en fórmula con alguien que represente a este sector. Aún cuando se defina esto, me temo que tendremos que soportar cuatro años más de la presencia del humilde, amable, sencillo y siempre bien ponderado Mr. Trump.
POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
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