Henry Armstrong hazañas sin paralelo

Un periodista con imaginación lo rebautizó como El Movimiento Perpetuo; impresionado, al ver que en ningún momento de sus combates permanecía quieto y lanzaba golpes permanentemente, poseído por la idea de triunfar, de ser el mejor, de ofrecer al público el espectáculo que pocos pugilistas han logrado. Y no se piense que era sólo un hombre que daba trabajo a sus puños sin pensar en la defensa. Todo lo contrario, aún cuando nunca se le vio evitar los cambios de dinamita, no fue alguien que terminara castigado de manera extrema; excepto cuando intentó reconquistar la corona mundial de peso welter, después de haberla puesto en juego en 20 ocasiones para dar forma al récord de esa especialidad dentro de la división mencionada. Lo señalado sucedió en una de dos batallas que perdió antes del límite previamente firmado en el contrato respectivo. Una, la primera de su formidable carrera, y la segunda cuando recibió la revancha de Fritzie Zivic, quien increíblemente lo echó del trono unos meses atrás, ante la sorpresa general. Cuenta ya no la historia, sino algo que podría considerarse leyenda, que Zivic, un hombre duro en todos sentidos, acostumbrado a romperse el alma sin respetar a nadie cada vez que subía a un ring; tras su segunda victoria sobre Armstrong, ésta por KOT en 12 asaltos, hizo en su camerino serios comentarios sobre la grandeza de su víctima. Incluso algunos han agregado que Fred Fierro, quien estuvo en su esquina aquella noche, sólo pudo agregar: “Ve y dile que lo sientes, Fritzie”. Alguien llamó a la jornada que nos ocupa “la noche en que los expertos lloraron”. No obstante que Henry continuó peleando, de hecho esa derrota marcó el final de una de las carreras más grandiosas de que se tenga memoria, les decimos algo más sobre este fenómeno de los cuadriláteros. Henry Jackson fue el nombre con el que se le conoció cuando era niño; nació en Columbus, Mississippi, el 12 de diciembre de 1909, y murió en Los Ángeles, el 23 de octubre de 1988, a los 78 años de edad. Desde pequeño soñó con ser boxeador. Sostuvo tres peleas en el campo amateur y debutó como profesional en 1931, cuando, reiteramos, perdió por la vía rápida y cobró una bolsa de 35 dólares, cantidad que establecía un injusto tabulador de la época para combatientes preliminaristas. Eddie Mead fue su dirigente principal, y Henry Armstrong empezó a ganar, emocionar, impresionar y dar forma a marcas que en la época actual suenan increíbles. Fue este auténtico gladiador el primero y único en poseer al mismo tiempo tres títulos mundiales en distintos pesos, los que fue acumulando desde pluma hasta welter, pasando por el ligero, además de haber empatado por un cuarto fajín, el de los medianos. Y no exageramos en nada cuando decimos que se coronó derrotando a gente de gran talla como Petey Sarron, entre los plumas; otro inmortal, Barney Ross, en welter, y el temerario y hábil Lou Ambers. El empate fue contra el filipino Ceferino García, y todo eso se vio en el curso de 1937-1938. Después sucedió lo nunca visto en el boxeo, lo que nadie ha sido capaz de repetir, y lo que en la actualidad luce como algo casi imposible de llevar a la práctica: ¡el hombre puso en juego la corona de los pesos welter cinco veces en un mes, en octubre de 1939!, y ya antes, en marzo del mismo año, expuso la faja en dos ocasiones, los días 4 y 16, surgiendo siempre como ganador y logrando la admiración de muchos; uno de ellos el famoso historiador norteamericano Bert Randolph Sugar, quien en su libro: Los más grandes boxeadores, se refiere a Henry Armstrong como el segundo mejor peleador de todos los tiempos. El supercampeón que nos ocupa enfrentó a 19 que en su momento eran monarcas del mundo, excampeones, o futuros titulares. Su récord pasó a la historia con 152 victorias, ¡101 de ellas por nocaut!, 22 derrotas y nueve empates. En 1945 subió por última vez a un ring y en 1990 entró a la galería de los inmortales, eso que es conocido como el International Boxing Hall of Fame, de Canastota, Nueva York, y sus restos descansan en el Angelus Rosedale Cemetery, situado en un suburbio de Los Ángeles. Por: Víctor Cota abr