Como si fuera un programa policiaco, el ataque en el centro comercial Artz Pedregal del 24 de julio en la Ciudad de México pasó de ser una nota espectacular a una trama más complicada. Se trató al parecer de una vendetta entre bandas del crimen internacional; era una acción concertada en la que está implicada la mafia israelí.
Esta agrupación es violenta, organizada y ha alcanzado distintos puntos del mundo: EU, Sudáfrica, Australia, Japón y Europa, especialmente Amberes, la República Checa y Bulgaria. En América Latina se tiene nota de sus vínculos con el cártel de Cali y con grupos criminales en México. Sus actividades son numerosas: prostitución, lavado de dinero, extorsión, drogas, tráfico de armas, contrabando de diamantes. Las principales familias están sobrerrepresentadas en círculos sefardíes, árabes israelíes y en los habitantes provenientes de Rusia y antiguas repúblicas soviéticas.
El crimen organizado en ese país prosperó en las décadas de 1980 y 1990, cuando las autoridades israelíes se enfrentaron a una red global de apuestas, prostitución y tráfico de drogas. Desde 2013, siete bandas se disputan el control. En 2014 el Ministerio de Seguridad Interna de Israel estimaba que la facturación anual de la delincuencia organizada era de 2,000 millones de euros anuales y el derrame para el país por los costos de investigación y administrativos era de 3,000 millones de euros.
Alrededor de 25% de los ingresos en el sector de alta tecnología de Israel provendrían de industrias sospechosas o fraudulentas, con posibles implicados en el Parlamento (Simona Weinglass, The Times of Israel, 11/09/2017). Israel se habría convertido en uno de los mayores exportadores de estafas de inversión (Aude Marcovitch, Libération, 18/04/2014). La unidad especial creada en 2008 con la lucha contra el crimen organizado y la corrupción, Lahav 433, conocida como el "FBI israelí", enfrenta un desafío para detener el fenómeno. En el cambio de siglo, la violencia de sus delitos en Israel se intensificó. Una evolución inquietante ha sido el tipo de ataques y de armas que esta delincuencia utiliza para arreglar sus cuentas, como coches bomba o ataques con cohetes.
El crimen organizado israelí y sus conexiones transnacionales, inusitadas y típicas a la vez, son parte de un fenómeno global. Hay contextos más fértiles que otros para su desarrollo como pueden ser sistemas políticos con corrupción endémica o creciente y con modelos económicos predatorios, o países donde el conflicto o la guerra desencadena nuevas rutas y grupos de control.
Pero lo que ocurrió en Artz recuerda que las conexiones transnacionales responden a los incentivos del mercado y operan con relaciones de cooperación, lo que hace que los sistemas criminales se vuelvan muy eficientes.
Por Marta Tawil.
*Investigadora de El Colmex
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Mafias del siglo XXI
El crimen organizado en Israel prosperó en las décadas de 1980...