Luis Miguel Barbosa Huerta cumplirá hoy su sueño de toda la vida: ser gobernador de Puebla, su estado natal. Un sueño que le ha costado muy caro al originario de Tehuacán.
Por lo pronto, en Puebla hay gran escepticismo sobre el futuro del gobierno estatal. Es sabido que Barbosa sufre una salud muy deteriorada por la diabetes y todas sus consecuencias. Las dos campañas electorales que realizó en cosa de un año, le significaron un enorme esfuerzo físico. No fueron pocos los eventos públicos donde tuvo que ser asistido para incorporarse y desplazarse. Quienes han tenido acceso a su equipo cercano de trabajo aseguran que se mueve con dificultad y su visión está muy disminuida.
Otro factor es su explosivo carácter y sus agrestes maneras. La conformación de su gabinete significó un proceso tortuoso. Cuatro de sus integrantes simplemente no estuvieron dispuestos a aceptar ese trato y renunciaron antes de iniciar.
La más reciente y destacada fue la del doctor Guillermo Ruiz Argüelles, quién declinó ser secretario de Salud. Es un destacado médico y empresario, dueño de la Clínica y Laboratorios Ruiz, los más importantes de la capital poblana. Oficialmente se informó que declinó la invitación por “motivos de salud y sucesos familiares recientes”. Lo que se dice en los pasillos es que no le gustaron las formas del próximo gobernador y quiso evitar conflictos de interés.
El almirante Marco Antonio Ortega fue la primera baja del equipo de Barbosa. No le permitieron dejar sus ocupaciones en la Secretaría de Marina para ocupar la Secretaría de Seguridad Pública del estado.
En la Secretaría de Infraestructura estalló un conflicto político que le costó el puesto a Carlos Francisco Urbina Tanús. Quien fuera un funcionario de quinto nivel en la desaparecida Secretaria de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano, en tiempos de Rosario Robles, hizo torpes declaraciones sobre un aumento a las tarifas del transporte público.
Rodrigo Osorio Díaz fue designado torpemente como secretario de Economía. Nadie le avisó a Barbosa que por ley los secretarios de estado deben tener más de 30 años. Le catafixiaron el cargo por la jefatura de la Oficina del Gobernador.
Así llega Barbosa a protestar como gobernador. Sin duda, lo que más preocupa es su salud. En la Secretaría General de Gobierno lo acompañará Fernando Manzanilla Prieto, cuñado y enemigo político del exgobernador Moreno Valle.
Habrá que tener claro qué ocurriría si Barbosa abandona el cargo. Si sucede, Fernando Manzanilla lo sucedería en el cargo como interino y, dependiendo de la fecha, habría que ver si se designa a un gobernador sustituto o se convoca a elecciones. De ser así, Puebla habrá tenido un gobernador de dos años (Antonio Gali), una gobernadora por 10 días (Martha Érica Alonso), y lo demás ya lo veremos. Hay quienes dudan que pueda terminar.
POR ALEJANDRO CACHO
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