Los recientes terremotos que provocaron temor en California y sacudieron parte del estado de Baja California sólo pusieron de relieve que muchos problemas no acaban en la frontera entre Estados Unidos y México.
La llamada Falla de San Andrés no acaba en la frontera entre los dos países, y como muchos fenómenos naturales –y otros de fabricación humana–, sus potenciales efectos tampoco terminan ahí.
De acuerdo con las estimaciones de los geólogos, la falla tiene la potencialidad de separar una buena parte del actual estado de California –a lo largo de la costa– y con ella, de hecho, la península de Baja California.
La posibilidad de lo que sería efectivamente un desastre ha cautivado a Hollywood, por ejemplo y dado origen a varias películas mayormente tan entretenidas como poco memorables, que sin embargo han servido para ayudar al temor al "big one", al sismo "grande" que puede afectar al que es hoy por hoy el estado más populoso de la Unión Americana y en especial su regiones y ciudades costeras como San Francisco, Los Angeles y San Diego.
Y por supuesto, gran parte si no toda la península de Baja California, aunque el impacto del "grande" parezca terminar en la linea divisoria.
Pero no. Y más allá, o tanto como las posibilidades de desastre –que es posible en términos geológicos que se miden en miles o millones de años–, están los vínculos familiares, sociales y económicos entre las dos partes de la región de California. Y en consecuencia de Estados Unidos y México.
Pero no es la única situación de emergencia que puede tener un efecto binacional.
Cierto, fuera de una inundación causada por tormentas tropicales en las zonas del Golfo de México es difícil pensar en otros hechos de ese tipo.
Sin embargo, para eso están los desastres casados por el hombre. De la contaminación de ríos fronterizos a accidentes industriales de gran tamaño o incluso a problemas de otro tipo.
Tal como están las cosas en el mundo, la posibilidad de ataques o atentados con elementos biológicos o químicos no pueden descartarse.
Y al margen de en que lado de la frontera ocurran, ese tipo de amenazas no distingue lineas divisorias ni se preocupa por la nacionalidad del afectado.
Hace algunos años estuvieron de moda las películas de desastre nuclear. Pero siempre se referían a Estados Unidos. Ciertamente había una razón: es el mayor de los protagonistas políticos económicos y militares de nuestro tiempo y la mayor probabilidad sería que ocurrieran en su territorio.
Además, buena parte de la capacidad militar estadounidense está en una franja de 500 kilómetros a lo largo de la frontera y algunas bases a muy poca distancia.
Así que ligados, a querer o no.
POR:
JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@CARRENOJOSE1
EEUU y México: ligados a querer o no
La Falla de San Andrés no acaba en la frontera entre los dos países, y sus potenciales efectos, tampoco