Después de que el órgano electoral turco desconociera en marzo el triunfo de Ekrem Imamoglu del Partido Republicano del Pueblo por la alcaldía de Estambul, hace unos días, en una nueva edición de esa elección, Imamoglu volvió a imponerse al candidato oficialista del Partido de la Justicia y Desarrollo, ahora por un margen de 9% lo que despejó dudas sobre su victoria.
Estambul además de ser la ciudad turca más relevante en términos de población —15 millones—, es la zona cultural y económica más importante del país, donde se genera 30% del PIB. Por tanto, triunfar en Estambul puede ser el preludio de un triunfo de la oposición en las elecciones de 2023, lo que terminaría con más de 20 años de la era de Recep Tayyip Erdogan.
Un cambio de régimen en Turquía representaría un cambio de la geopolítica, pues como miembro activo de la OTAN y aspirante a integrarse a la UE, Turquía detenta la segunda armada más importante de Europa; bordea Siria e Irak; es una de las 20 economías más importantes del orbe, con papel relevante en el mundo musulmán.
El triunfo de Imamoglu es un gran tropiezo para la trayectoria de Erdogan, lo que ha sido resultado, además de un alto grado de corrupción y desorden gubernamental, de una serie de políticas autoritarias muy cuestionadas que han afectado la vida política del país, y muy severamente su economía. Otros temas que han incidido es el papel en la guerra de Siria, y la compra de equipo bélico a Rusia que se contrapone a los principios de la OTAN.
Respecto a la decisión de Erdogan de apoyar al gobierno sirio y a la comunidad musulmana, cabe señalar que dentro de sus ideales políticos siempre ha existido la ilusión de hacer de Turquía el nuevo guía del mundo islámico, recuperando el concepto del imperio Otomano (1299-1922), haciendo de su país una potencia que encabece los designios del Islam.
Es curioso que después de una gestión exitosa de corte populista en la que pudo lograr avances económicos y mejoras en seguridad, educación y salud, la administración de Erdogan haya dado un vuelco hacia un ultranacionalismo autoritario que ha puesto en riesgo los avances alcanzados, y sus relaciones con EU.
Desde 2013, el modelo económico desarrollado por Erdogan se ha venido abajo, lo que se ha reflejado en una crisis económica y una depreciación de su moneda.
El triunfo del Partido Republicano del Pueblo refleja un movimiento de la sociedad que busca su mayor democratización y laicisismo, así como el abandono de liderazgos mesiánicos que conducen a la confrontación y mayores índices de pobreza. Lo que se avizora en Turquía es un cambio de régimen tendiente a una social-democracia que permita avanzar hacia la modernidad.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA ECONÓMICO
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