Sin Coneval no hay quien mida la pobreza en México

Acostumbrado a no ser evaluado ni criticado, el Presidente no tolera los contrapesos

El gobierno de López Obrador no trata bien a los expertos, pues ha buscado reemplazarlos por personajes, cuyas voces son complacientes con él. Así lo vimos desde el primero de diciembre, ya que miles de servidores públicos que se profesionalizaron con el paso de los años, fueron obligados a salir de la administración pública para ser sustituidos por las huestes leales a un proyecto de “transformación” que, al día de hoy, sigue sin dar resultados.

La 4T tiene una estrategia bien estructurada que inicia por asfixiar a los órganos autónomos que no se supediten a la voluntad presidencial y, en caso de que éstos se resistan, desaparecerlos utilizando su mayoría parlamentaria. Éste es el caso del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), institución creada con el fin de medir la pobreza a nivel nacional, evaluar los programas sociales, así como las políticas públicas de desarrollo social del gobierno federal desde un enfoque objetivo y bajo una premisa: “Lo que se mide, se puede mejorar”.

Siempre será debatible la forma de medir la pobreza, pues mientras para el gobierno las variables son muy altas, para la oposición son muy bajas, ésa es la experiencia de los 14 años de vida del Coneval. Lo que es innegable es que siempre se privilegió contar con un sistema de monitoreo basado en elementos técnicos con estándares internacionales, muestra de ello es el reconocimiento que le hizo el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2016 y 2017.

La base del éxito del Coneval es que cuenta con un grupo de investigadores académicos expertos en materia de desarrollo social que trabajan en las evaluaciones; en ese sentido, si la pobreza disminuye o se incrementa es porque los datos comprobables así lo indican, no por voluntad del gobierno o del Presidente. Aquí radica el problema de AMLO con esta institución.

Acostumbrado a no ser evaluado ni criticado, el Presidente no tolera los contrapesos porque el modelo económico que intenta implementar en nuestro país se beneficia con la ausencia de mediciones. Dicho modelo ya ha fracasado en países latinoamericanos como Argentina, Brasil y Venezuela, pues se basa en la idea de que la riqueza existe y sólo tiene que ser redistribuida, por lo que el crecimiento económico y el impulso de la productividad no son prioridades.

Es por ello que los gobiernos populistas anclan el reparto del dinero, a través de programas sociales con fines electorales, a los ingresos por la venta de materias primas como los metales, las semillas o el petróleo, que permiten su financiamiento con el objetivo de comprar las voluntades de los ciudadanos, lo que se traduce en una perversión del sistema democrático.

Lo que López Obrador busca con programas como Jóvenes Construyendo el Futuro o Sembrando Vida es presumir, sin la posibilidad de evaluar estos programas y sus incidencias reales en la población.

POR MARIANA GO?MEZ DEL CAMPO

SECRETARIA DE ASUNTOS INTERNACIONALES DEL PAN

@MARIANAGC

edp