Días atrás se informó que el embajador de Israel en Estados Unidos Ron Dermer había viajado en secreto a Alaska. ¿Alaska? ¿Qué tiene que hacer en Alaska?, se preguntaron muchos en las redes sociales israelíes. Ahora está claro: presenciar una de las maniobras más significativas en la lucha por la defensa de su país.
Esta semana se reveló que Israel había llevado a cabo tres lanzamientos experimentales del misil anti misiles “Jetz 3”, que traducido del hebreo es “Flecha”, conocido evidentemente también por su nombre en inglés, “Arrow 3”. Tres veces consecutivas, misiles enviados para el experimento, fueron interceptados a la perfección, en vuelo, fuera de la atmósfera, y resultaron destruidos. Tres veces consecutivas, el misil anti misil desarrollado por Israel funcionó sin fallas. Los lanzamientos experimentales fueron éxitos rotundos, a una velocidad y distancia con las que Israel jamás había lidiado.
“Deben saber nuestros enemigos que Israel está pronto siempre para defenderse”, declaró el Primer Ministro de Israel Biniamin Netanyahu, mencionando explícitamente a la República Islámica de Irán, el único país del mundo que llama públicamente a la destrucción de otro, el Estado judío.
Es indudable que el logro de esta semana es de importancia cardinal, estratégica, en la defensa israelí de su territorio y espacio aéreo. El “Jetz 3” está destinado a interceptar los misiles lanzados desde lejos, misiles balísticos especialmente poderosos. Es una nueva capa en un sistema singular que lidia, a distintos niveles, con diversos tipos de amenazas.
La capa más conocida de ese sistema múltiple, es la “Cúpula de Hierro”, la que se activa para interceptar y destruir en vuelo los cohetes disparados desde territorio vecino con los que hay frontera. Desde Gaza, cuando se emplaza la batería en el sur, desde Líbano o Siria, si está emplazada en el norte. Su ubicación, claro está, depende de la evaluación de las Fuerzas de Defensa de Israel, con base a la situación de tensión que se vive en cada momento y a la percepción de las amenazas de turno.
Ningún sistema defensivo es hermético. “Quien se ocupa de los temas de seguridad y defensa nacional, sabe que nunca puede dormir plenamente tranquilo”, nos dijo Uzi Rubin, quien años atrás encabezó el programa del Ministerio de Defensa de Israel para el desarrollo de misiles anti-misiles. “Sería irresponsable decir que ahora está todo perfecto y no hay motivos para preocuparse. Pero es indudable que esto es un avance importantísimo”.
El logro es impresionante desde un punto de vista tecnológico. Esto, además de lo singular del operativo en el cual trasladaron todo lo necesario hasta Alaska, sin que nada se filtre a la prensa.
Además de imaginar cómo se logra esa precisión del Jetz tocando el cabezal del misil enemigo para destruirlo y así frenarlo antes de que llegue a destino, lo que me resulta especialmente destacable es lo que esto confirma: que el Estado de Israel dedica denodados esfuerzos, constantes, por proteger a su población. También en días de relativa calma, sin grandes estallidos de violencia, las Fuerzas de Defensa de Israel se preparan para el momento que esperan no lleguen. Las industrias de seguridad, los encargados de lidiar con los desafíos estratégicos más claves, están abocados a hallar la forma de proteger con mayor efectividad el territorio nacional y a la ciudadanía.
Aunque nadie pueda asegurar que algo no falle técnicamente, o que los gobernantes tomen decisiones equivocadas, el saber que el Estado vela por la seguridad de su gente, no es poco, especialmente en una región en la que tantas energías se destinan a la muerte.
Por: Jana Beris-Jerusalén
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