Y no hemos tocado fondo…

No hay manera de convertirse en país desarrollado si las expectativas giran en torno a una moral antirriqueza

Existe una terrible sensación de “aplazamiento constante” en la economía mexicana. Primero debimos esperar que pasaran los primeros cien días de gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Pero el país no despegó en lo económico. Luego debimos esperar el resultado de los recortes presupuestales y de los ajustes masivos en el aparato gubernamental. Y nada. Luego vino el tema de las compras consolidadas. Menos. Más tarde, la opinión de las calificadoras y, más recientemente, la espera a la que estuvimos sujetos por el plan de negocios de Pemex. Pero no renace el optimismo.

Ahora la espera y el aplazamiento de expectativas durante este verano están ancladas al paquete económico 2020, que se presentará en cinco semanas. Afortunadamente el Secretario de Hacienda Arturo Herrera decidió interrumpir este ominoso proceso de espera cuando lanzó su programa de reactivación económica por 485 mil millones de pesos. Herrera se dio cuenta de que si seguimos a la espera de plazos para recuperar el optimismo económico se corría el riesgo de dislocar las expectativas de la economía. Por eso habló de un “impacto inmediato” de las medidas que anunció.

Pero ni el plan de Hacienda ni el paquete económico, por lo que se ve hasta el momento, tienen la palanca necesaria para devolver la certeza a los inversionistas. Por eso entre economistas se empieza a hablar de que no hemos tocado fondo en la desaceleración (quizá recesión) que vivimos. De hecho, el Índice de Confianza del Consumidor lleva cuatro meses consecutivos con tendencia a la baja, siendo el más grave componente el que pregunta por la situación económica percibida para 2020. Asimismo, ayer la bolsa de valores arrancó la jornada con una caída, dando una cubetada fría al plan de la autoridad fiscal.

Urge que alguien en Palacio Nacional, quizá Alfonso Romo, explique al Presidente la gran relevancia que tiene la formación de expectativas en la economía. El discurso pro austeridad debe ser cambiado rápidamente. Esto debe entenderlo todo el gabinete. Hasta Marcelo Ebrard, el canciller, que ayer hablaba de los países “poderosos”, excluyendo a México del club, a pesar de que él mismo asistió al G20 en Japón en junio.

México sólo podrá ser rico si todos los que lo habitamos lo creemos así. No hay manera de convertirse en país desarrollado si las expectativas giran en torno a una moral antirriqueza. El presidente tiene una primordial responsabilidad al respecto. El “deber ser austero” yano ayuda a nadie; solo genera la idea de pesimismo colectivo.

PROCTER BARBÓN

Malas noticias para Procter & Gamble: su negocio de productos para el rasurado, Gillette, tuvo que ser minusvalorado en Dlls $8 mil millones con un cargo contable. Resulta que la gente se rasura menos y que los competidores venden productos similares mucho más baratos.

POR CARLOS MOTA

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