Brexit: una saga atribulada

De acuerdo con analistas dentro y fuera de Reino Unido y la misma UE, Johnson espera tener éxito...

Boris Johnson comenzó la semana pasada su periodo como primer ministro británico y el encargo de guiar a Reino Unido en el divorcio de la Unión Europea que él mismo promovió. Pero aún debe resolver los mismos conflictos que su predecesora Theresa May y alguno más, producto de su propio historial. De acuerdo con analistas dentro y fuera de Reino Unido y la misma Unión Europea, Johnson espera tener éxito donde May falló, o sea convencer a los negociadores europeos de que le hagan una nueva oferta de Brexit que le permita obtener apoyo en la Cámara de los Comunes del Parlamento. Unos dicen que Johnson espera persuadir –otros dicen asustar– a Europa de que es más serio que May sobre abandonar la Unión, el 31 de octubre, sin un acuerdo sobre el futuro de la relación entre ambas partes. La amenaza es creíble ciertamente, toda vez que los trastornos económicos que provocaría el llamado Brexit "sin acuerdo" no atraen a los europeos. Pero el hecho es que tampoco a los británicos. Ambas partes resentirían un impacto económico importante. Pero hay dudas sobre las posibilidades de Johnson. Por un lado, el grupo de análisis Eurasia Group hizo notar que tiene el mismo problema que derribó a Theresa May: su partido está profundamente dividido sobre el Brexit. Algunos miembros quieren evitar un Brexit sin acuerdo a toda costa, preocupados por la posibilidad de daños a la economía y la posición internacional de Reino Unido. Otros insisten en que el nuevo gobierno debe cumplir su compromiso de entregar Brexit a la mayoría que votó por él, por cualquier medio que sea necesario. Y otros, como el diario electrónico Aquí Europa, advierten que Johnson se juega de hecho la integridad de la propia Gran Bretaña. De hecho, señalan que si el Brexit recibió la mayoría de votos en Inglaterra y Gales, no fue así en Escocia o Irlanda del Norte, los otros dos componentes del reino. De acuerdo con algunas descripciones, la habitual visita del primer ministro entrante a Glasgow tuvo esta vez la calidez del invierno escocés. Escocia, ademas, realizará en 2020 un nuevo referendo sobre su pertenencia a la Gran Bretaña. Las cosas en Irlanda del Norte no están mucho mejor: ahí la relación con la República de Irlanda –que es parte de la Unión Europea– es prioritaria y la salida británica implica el retorno a una frontera "dura" entre las dos partes de la isla, con el temor de que resucite viejas y sangrientas divisiones político-religiosas. Johnson cree además que cuenta con los Estados Unidos como posible socio en un nuevo acuerdo comercial, pero las condiciones de esa relación podrían ser menos favorables de lo que cree. Y finalmente siempre queda la "otra" –remota– posibilidad: que la oposición al Brexit conquiste la mayoría y logre un referendo que de marcha atrás.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX 

@CARRENOJOSE1

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