México está a punto de entrar a una recesión económica causada por el gobierno de López Obrador. Éste podría reconocer sus errores y reorientar el gasto hacia un plan de infraestructura contracíclico, si quiere salir de la contracción económica en la que metió al país.
El primer paso sería olvidarse del aeropuerto de Santa Lucía y reactivar la obra de Texcoco, cancelar la refinería de Dos Bocas, y detener el proyecto del Tren Maya o al menos acotarlo a la zona donde pudiera tener un atisbo de rentabilidad económica.
En el periodo enero-mayo el gobierno destinó 83 por ciento de sus erogaciones netas al gasto corriente, y solo 17 por ciento al gasto de inversión.
Esto se explica por la caída de la inversión física presupuestaria de más del 16 por ciento, en términos reales.
Los sectores más afectados sufrieron contracciones nunca vistas: educación, con una caída del 81 por ciento; comunicaciones y transportes, con 51 por ciento; agua, con 40 por ciento, salud, 23 por ciento.
Los sectores en los que aumentó la inversión son: el eléctrico con 8 por ciento y el de hidrocarburos con 4 por ciento.
Este escenario de contracción sería malo por sus propias cifras, pero la base de comparación es el último año del gobierno del presidente Peña, que ya había reducido considerablemente la inversión.
¿Qué se puede hacer ante este escenario?
El gobierno puede incurrir en un déficit adicional de uno por ciento del PIB en 2020 y destinarlo totalmente a inversión en infraestructura, esto representaría 240 mil millones de pesos adicionales y, para 2021 - ya mejorando sus capacidades de ejecución-, llevar el déficit a dos por ciento, para iniciar la corrección del déficit en 2022.
Los 240 mil millones adicionales en 2020, aumentarían la inversión de 716 mil a 956 mil millones de pesos en 2020. Con este recurso adicional se podría hacer lo siguiente:
Invertir 50 mil millones de pesos en la conservación y reconstrucción de carreteras federales para lograr que más del 90 por ciento estén en buen estado.
Invertir 20 mil millones de pesos para avanzar en la modernización del corredor carretero del Pacífico, para conectar por la costa los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Colima y Jalisco, con el resto que ya está modernizado, desde Nayarit hasta Sonora.
Invertir 30 mil millones para acelerar la construcción de carreteras como Oaxaca-Puerto Escondido y la modernización de Nochixtlán- Oaxaca, Oaxaca-Tuxtepec; Badiraguato, Sinaloa-Hidalgo del Parral, Chihuahua; Choix, Sinaloa – Creel, Chihuahua; Matehuala, SLP-Ciudad Victoria Tamaulipas y hacer una aportación al Fondo Nacional de Infraestructura para ampliar a 4 carriles la carretera Coacnopalan-Oaxaca que hoy es un cuello de botella para crecimiento turístico del estado.
Invertir 25 mil millones de pesos adicionales para la construcción, modernización y equipamiento de hospitales, esto permitiría casi triplicar la inversión actual.
Invertir 25 mil millones de pesos más en infraestructura educativa en los estados de Oaxaca, Chiapas y Guerrero para beneficio de casi 1.5 millones de estudiantes que por primera vez tendrían escuelas dignas.
Destinar 50 mil millones de pesos adicionales, para alcanzar cerca de 70 mil millones de pesos aplicados en proyectos de construcción y ampliación de agua potable en más de 10 mil localidades del país y apoyar la tecnificación agrícola.
Invertir 40 mil millones de pesos para mejorar el transporte e infraestructura urbana en al menos dos ciudades de cada entidad federativa.
Con el reconocimiento y corrección de los errores indicados al inicio y la canalización de recursos a la infraestructura, se recompondría la estructura del gasto neto del gobierno federal.
La inversión alcanzaría niveles de 23 por ciento, cercanos al 25 por ciento que se tenía entre 2010 y 2012, cuando el país crecía a más del cuatro por ciento anual.
Sumado a esto, el respeto de los contratos establecidos por el gobierno y el fomento de la inversión privada nacional y extranjera darían posibilidades de tomar en 2020 una senda de crecimiento superior al tres por ciento.
Pero ya sabemos que a este gobierno no le gusta planificar, ni mucho menos corregir. Así que más bien nos toca prepararnos para lo que viene.
POR FAUSTO BARAJAS
ESPECIALISTA EN INFRAESTRUCTURA
@FAUSTOBARAJAS
edp