Contra lo que dijo el presidente López Obrador en su concentración del lunes, el país no va bien, vamos mal, y de no tomarse medidas urgentes para recuperar la confianza y dar seguridad a la inversión privada, es muy probable que el país caiga en una atonía económica en los próximos años con crecimientos abajo de 2%.
López Obrador le sigue apostando a que sus programas de austeridad y contra la corrupción le van a permitir financiar sus programas sociales y las inversiones para impulsar el crecimiento de la economía; sin embargo, no se da cuenta de que independientemente de la conveniencia de esos programas para combatir la pobreza, el gasto del gobierno es el mismo y, por lo tanto, no impulsan la demanda global y el crecimiento.
López Obrador no entiende que tanto el programa contra la corrupción como el de austeridad no generan más recursos y, por lo tanto, no impulsan la economía. Logran un gobierno más eficiente y que el gasto beneficie a más gente, pero el dinero es el mismo y, por lo tanto, su impacto en la economía es nulo o mínimo.
López Obrador no va a cambiar y es muy probable que cada año canalice más recursos a sus programas sociales. Hasta ahora ha logrado financiarlos sin poner en riesgo las finanzas públicas, pero las presiones del próximo año para financiar 100% sus programas sociales y las inversiones en la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y el proyecto del Istmo, van a poner en riesgo las finanzas y el funcionamiento del gobierno.
Un aumento en el gasto y la inversión pública puede impulsar la economía, pero si esto no va de la mano de un aumento en la recaudación de impuestos, en el corto plazo habría mayor inflación y endeudamiento. Si López Obrador quiere ir más allá en sus programas tiene que impulsar una reforma fiscal para aumentar la recaudación como se lo han recomendado sus funcionarios de Hacienda.
Mientras no se dé cuenta que lo único que impulsa el crecimiento y la creación de empleos es la inversión, las posibilidades de que rectifique son mínimas y, por lo tanto, las posibilidades de que el país retome la ruta del crecimiento son también mínimas y puede ser un sexenio perdido en materia económica.
López Obrador, en lugar de estar festejando su triunfo, debería estar muy preocupado de cómo va la economía y la seguridad de la gente. Cada mes sube la delincuencia y bajan las expectativas de crecimiento económico y la calificación de la deuda, por otro lado, el empleo no está creciendo y la desconfianza de los inversionistas aumenta.
Cada día hay más dudas sobre la capacidad de Andrés Manuel López Obrador para gobernar al país. Al gobierno y al Presidente se les está yendo el tiempo y cada mes que pasa sin rectificar sus errores, se pone en riesgo el crecimiento y la estabilidad económica no sólo de este año, sino de todo el sexenio.
Por Demetrio Sodi
No estamos para festejar Sr. Presidente
López Obrador, en lugar de estar festejando su triunfo, debería estar muy preocupado por la economía