Un problema para AMLO

Son varios los observadores que hacen notar un rechazo del mandatario a los contrapesos

El presidente Andrés Manuel López Obrador y su gobierno enfrentan una creciente desconfianza en el exterior.

El tema es tanto más complicado porque las reservas abarcan a calificadoras financieras como Moody's, y grupos de análisis geopolítico como el Eurasia Group, y algunas organizaciones de derechos humanos, promigrantes, ecologistas o de defensa de periodistas.

Ciertamente las desconfianzas no son unánimes, pero están ahí, hay reservas por lo que consideran como carácter centralizado de la toma de decisiones en el Presidente, la tendencia a cambiar las reglas a mitad del juego y la presunta ausencia de institucionalidad.

Ya son varios los observadores dentro y fuera del país que hacen notar lo que definen como rechazo del mandatario a los contrapesos.

Hace unos días, la politóloga mexicana María Marván Laborde dijo a Martha Anaya, columnista de este diario, que el mandatario se irrita, incluso enoja, cuando lo cuestionan. 

En ese sentido, los choques entre el gobierno federal —personificado por el mandatario en su conferencia mañanera— y organismos autónomos como el Instituto Nacional Electoral y la Comisión Nacional de Derechos Humanos no han hecho mucho por la imagen externa de su gobierno.

Por su parte, Roberta Jacobson, la respetada exembajadora de EU en México, consideró que el verdadero problema no es que el Presidente pueda inclinarse hacia la derecha o la izquierda, sino que "no es un hombre con inclinaciones institucionales".

Los choques del mandatario con los medios han llevado a criticas de grupos de derechos humanos como Human Rights Watch, y al escepticismo del Committee to Protect Journalists.

Justa o injusta, la percepción está cada vez más extendida y se refleja lo mismo en la cobertura de medios especializados como el británico The Financial Times, la “Biblia" de los financieros internacionales, que al español El País o la BBC.

López Obrador es inmensamente popular en México y mantiene un formidable respaldo que se reflejó ya en las elecciones de 2018 en su absoluto dominio del Poder Legislativo y su casi absoluto control —vía su partido Morena— de los gobiernos estatales, y su influencia sobre el Poder Judicial.

Pero si López Obrador puede darse el lujo de ignorar los cuestionamietos internos, cometería un error si hiciera lo mismo con las dudas en el exterior, cada vez más amplias y en sectores cuya opinión puede tener un impacto mayor en México. De hecho, muchos de los grupos más predispuestos contra el gobierno López Obrador tienen su sede —y la base de su influencia— en Estados Unidos.

Y ahí puede haber un problema. Hace más de un año el senador republicano Marco Rubio, el ideólogo de la política latinoamericana de Trump, afirmó que a su país no le preocupa la ideología de López, sino que quien fuera electo recordara que para ser exitoso tiene que contar con Estados Unidos.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX 

@CARRENOJOSE1

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