El presidente Andrés Manuel López Obrador toma aire frente a la tormenta económica por la que transita el país.
Los tornados que representan las calificadoras internacionales son constantes junto con las previsiones del crecimiento económico de México a la baja.
Las ráfagas de malas calificaciones arrastraron a Pemex (un buque oxidado, pero insignia del Ejecutivo) hacia el mar de incertidumbre donde actualmente está encallada la gestión de la llamada Cuarta Transformación.
Y cuando los ataques parecían sólo del exterior y las preocupaciones de la iniciativa privada aderezadas de un voto de confianza frente a los pobres resultados, el gobierno implosionó con la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
A través de una carta incendiaria, el exfuncionario señalaba la falta de poder que tenía frente a los extremismos y la imposición de funcionarios. Algunos lo llamaron discrepancias, pero es claro que la relación con AMLO tronó, y de ahí surgieron varias líneas de quienes habrían sido los culpables de su salida.
Un día después, legisladores lo tildaron de cobarde, quizá porque a quienes se refería indirectamente Urzúa en el gabinete son quienes realmente les truenan los dedos a los propietarios de algunas curules.
¿Quién puede criticar a Urzúa de abandonar el barco cuando a él no lo dejaban ser capitán a pesar de serlo?
Después de la carta, es evidente que los golpes de timón sólo los puede dar una persona desde Palacio Nacional, no el titular de Hacienda.
El partido en el poder trata de minimizar la salida de un alto funcionario a quien no se le respetaba su nivel de jerarquía que, por ejemplo, en el sexenio peñista, sí cumplía Luis Videgaray, quien tenía un mando (excesivo) de la flota.
En los últimos días, Bank of America Merrill Lynch señaló que México ya está en recesión técnica, mientras Banxico prevé una ligera recesión.
Y aquí vemos en acto seguido al Presidente tomar aire para descalificar a las dos instituciones y de paso embarrar a la oposición a quienes acusó de frotarse las manos.
En este momento y después de las recesiones del país a lo largo de los últimos 40 años, ¿quién de los opositores desea que el país se hunda de nuevo?, ¿quién tiene el teléfono de Moody’s para decirle que baje la calificación otra vez?
Con el paso del tiempo, la redundancia contra lo “neoliberal” como una gran excusa que conviene repetir, va a cansar a la gente frente al vendaval de malos resultados, así como cansó hace años que todo era un “complot”.
¿Quién podrá arrebatar el timón para corregir el rumbo?
Uno esperaría que el actual secretario Arturo Herrera, pero de no ocurrir así, en el mar de extremismos que hoy domina el rumbo de las políticas públicas del país, los tornados mantendrán sus ráfagas en el puerto de la 4T.
POR SAMUEL GARCÍA
SENADOR POR MOVIMIENTO CIUDADANO
@SAMUEL_GARCIAS
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