Ebrard, a prueba

Defiende el rostro internacional de un gobierno deseoso de olvidar la existencia de un mundo

Algunos lo califican ya como "el vicepresidente" o el "primer ministro" del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y como tal una figura de enorme influencia aparente. Ciertamente es demasiado temprano para otra cosa que simplemente tratar de ganar terreno, influencia o posiciones hacia un futuro que puede o no darse, pero que finalmente está ahí. Ebrard se ha movido a partir de la Cancillería y muy concretamente al aprovechar las oportunidades y los vacíos creados por la crisis de los migrantes con Estados Unidos. Gracias a ella es por lo pronto "ajonjolí de todos los moles" y se ha insertado en los debates sobre seguridad y salud, sobre migración e infraestructura, en comercio o temas agrícolas. En alguna medida siempre ha sido así, pero Ebrard parece determinado a tomar el papel que antes hacía la oficina del Presidente en combinación con la Embajada de México en Washington. Según sus allegados, Ebrard Casaubón se ha convertido en el interlocutor mexicano del secretario de Estado Mike Pompeo, como quedó evidenciado en la reunión del domingo en la Ciudad de México. Si ese vínculo es suficiente para conducir la relación bilateral está por verse, pero eso no impide que Ebrard trate de ocupar el centro de un escenario que el principal ha dejado voluntariamente vacío. Probablemente esa ocupación de espacios vacíos tenga por lo menos la aquiescencia del presidente López Obrador, al que a fin de cuentas le resta una preocupación, lo libera de la mayoría, si no de todos los viajes; hasta ahora ha logrado resolver, negociar o posponer problemas y de cualquier manera el Presidente siempre tendrá la última palabra. Por su parte, Ebrard tiene y tendrá el problema y el privilegio de defender el rostro internacional de un gobierno que parecería deseoso de olvidar la existencia de un mundo que no corresponde a sus concepciones o a sus intereses. A querer o no, de cualquier manera y tal vez pese a sus propios intereses, la relación con Estados Unidos es y será el plato principal, no sólo de su trabajo sino parte muy importante de las preocupaciones del gobierno López Obrador. Los aliados de Ebrard dan ahora gran importancia a la relación que el canciller mexicano ha establecido con el secretario de Estado, Mike Pompeo, que no es de hacer de menos, pero en vías de comparación, en tiempos anteriores se buscaba también que hubiera un vínculo personal entre los presidentes. Ciertamente otros tiempos y otras circunstancias. Y más allá del vínculo entre los Poderes Ejecutivos, están la interlocución con el Congreso, gobiernos estatales, grupos de presión político- económica, organismos no-gubernamentales y centros de análisis. La estrategia actual de Marcelo Ebrard y su trabajo con Estados Unidos serán, en todo caso, puestas a prueba los próximos meses.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX

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