El entrenador Fulanito llegó a su nuevo equipo vitoreado por la gran mayoría de sus aficionados. La directiva del club sometió a votación la elección del entrenador; ganó claramente y borró a los demás candidatos. Todo era esperanza en la historia que se estaría por escribir.
Las cosas no habían estado bien en el conjunto, los resultados en los años recientes eran negativos, estaban instalados en la mediocridad de la media tabla, con riesgos serios de no conseguir éxitos inmediatos y afianzarse en la parte baja del campeonato. Hace ya mucho tiempo que el club no figuraba ni siquiera entre los 10 mejores.
Por este equipo recientemente habían desfilado varios entrenadores que no lograron nada; pasaba lo mismo con la mayoría de los jugadores refuerzo, puro petardo. Sólo un par, quizás, se salvaban.
No es que el entrenador Fulanito tuviera un gran currículum; nunca había participado en un equipo grande y, en los conjuntos dirigidos había cumplido; hasta ahí, pero su personalidad y discurso lo proyectaban como alguien que estaba para cosas importantes y la opinión pública lo percibía así.
Fulanito sabía qué decir en los medios de comunicación, cómo tocar el corazón de los fanáticos. Le gustaba cuestionar los defectos ajenos y exhibirlos públicamente. Tenía poca autocrítica; cuando lo señalaban, desacreditaba a su crítico y lo calificaba como su enemigo.
Vio en la crisis del equipo su gran oportunidad. No dejaba escapar momento alguno para reventar a los directores técnicos que llevaban de manera equivocada las riendas del club. Aseguraba tener la fórmula para sacarlo de su profunda crisis casi de inmediato.
Convenció a directivos y aficionados, principalmente bajo el argumento de que la crisis se debía a que existían malos manejos, que los refuerzos llegaban por corruptelas, que los entrenadores pedían dinero para que los futbolistas alinearan. Les aseguró que terminando con las transas, el club saldría adelante.
Las finanzas del equipo estaban muy lastimadas; Fulanito dio su palabra de que terminando con promotores, visores y entrenadores corruptos la economía se sanearía, traduciéndose en beneficios claros para toda la institución.
Fulanito contrató a jugadores baratos, corrió a todo aquel que pudo porque no pensaban como él, se rodeó de personas de honesta confianza, aunque de dudosa capacidad futbolera. El equipo aún se trabó más, no llegaron los resultados. El técnico seguía con discursos triunfalistas, lo mismo que decía antes de llegar a su cargo; parecía en permanente campaña.
El entrenador hablaba mucho, utilizaba a cada cámara, a cada reportero, para asegurar que el equipo estaba bien, y que estaría mejor… que si no llegaban los resultados era por culpa de los que estaban antes, de los que habían dejado al equipo en ruinas. Increíblemente la afición le seguía creyendo, pero el equipo, con todo y su flamante entrenador y su esperanzada afición, se fue acercando cada vez más a la Segunda División.
Por: Poncho Vera
@ponchovpof
La culpa es del pasado
Conoce la historia de fulanito, y cómo su poca autocrítica aproximó al abismo al equipo que pretendía rescatar