Proyecto ideológico

Al priismo le urge recuperarel proyecto ideológico que lo distinga de la 4T, como una opción democrática

Durante la década de los 70 del siglo pasado y a partir del movimiento estudiantil de 1968, el debate ideológico ocupaba buena parte del tiempo de los jóvenes a quienes nos atrajo la vocación por la actividad política.

El incipiente desarrollo tecnológico en materia de comunicación e información nos obligó a hurgar entre libros y publicaciones, prensa y noticieros, propaganda política y discursos, para forjarnos un concepto propio del mundo, de la vida, de la sociedad; y decidir así nuestra filiación política, nuestra militancia partidista.

El mundo se dividía en dos grandes bloques ideológicos: socialismo y capitalismo; propiedad privada o propiedad social sobre los medios de producción; dictadura del proletariado o democracia burguesa; conservadurismo o revolución; izquierda o derecha. Y dentro de esas dos opciones, siempre estuvieron presentes los radicalismos.

Muchos compañeros y compañeras de generación optaron por la militancia en partidos de tendencia socialista y algunos se fueron al extremo de incorporarse a movimientos armados; otros más, fieles a sus principios morales religiosos conservadores se ubicaron en la trinchera de la derecha; y un bloque importante decidimos adoptar la ideología del nacionalismo revolucionario encarnado en los principios y programa social del Partido Revolucionario Institucional.

Pero a todos nos unía la rebeldía fecunda y la inconformidad constructiva por nuestra Nación.

El PRI transitó a finales de los años 80 del siglo pasado del nacionalismo revolucionario al liberalismo social, impregnado de neoliberalismo; y a principios de este siglo del liberalismo social a la socialdemocracia; pero el último lustro perdió la brújula ideológica, se apartó del programa social que le dio origen y se extravió en el oportunismo, la simulación, el autoritarismo, escandalosos casos de corrupción y el abandono de su base militante. Ahí la explicación de la grave derrota electoral de 2018 y el éxito de la posición antisistema de López Obrador.

Para el priismo es urgente recuperar el proyecto ideológico en un alineamiento que lo distinga de la 4 T de Morena, como una opción democrática, innovadora y constructiva y como un auténtico contrapeso político frente a los excesos del radicalismo autoritario de López Obrador.

México requiere de un PRI fuerte y comprometido con las causas de la sociedad, como fuerza articuladora del interés de su militancia y no como un satélite de Morena en el que una cúpula dirigente se dispute o se reparta los despojos electorales que desde el poder les arrojen.

Por eso es necesario incorporar a las nuevas generaciones de priistas al debate por las ideas, combatiendo los viejos vicios del pragmatismo autoritario, de la “línea”, de la imposición, de la simulación democrática y del alineamiento a la esfera de los intereses creados.

Al PRI le urge una nueva generación de militantes comprometida en ideales de transformación democrática de su Partido y de México.

POR JOSÉ ENCARNACIÓN ALFARO CÁZARES

COLABORADOR

@JOSEALFARO