La deuda de AMLO

Hemos pasado la mitad del año y, la verdad, los niveles de violencia que contamos hoy no tienen precedentes en nuestra historia

AMLO lo ha dicho sin mayores rodeos: la seguridad sigue siendo un asunto pendiente para su administración. Con algunos pequeños movimientos a favor aquí y allá, pero el panorama general es todavía desalentador en México. Y es multifactorial: no es sólo el narco, no sólo el crimen organizado.

Hemos pasado la mitad del año y, la verdad, los niveles de violencia que contamos hoy no tienen precedentes en nuestra historia.

En junio, las autoridades contaron 3 mil 80 nuevos casos de personas asesinadas.

Y si intentamos hacer un recuento de lo que va del años el número que resulta es escandaloso: 17 mil 608 víctimas de homicidio y feminicidio.

Se trata de una tasa de casi 14 asesinatos por cada 100 mil habitantes, nuevo récord en al menos 22 años.

Los datos actualizados del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública no admiten dobles interpretaciones: la tasa de víctimas de homicidios y feminicidios en los primeros seis meses de 2019 es 4.4 por ciento más alta que en el mismo periodo de 2018.

La escalada empezó en 2015 y aún no se detiene, aunque es verdad que los números hablan de una desaceleración.

Es multifactorial, decía. Los académicos aseguran que el narcomenudeo contribuye a esa violencia, pero también la falta de oportunidades para los jóvenes, la corrupción, la poca transparencia de las autoridades de seguridad y hasta el desinterés de los ciudadanos por denunciar los delitos. La mayoría de los estudios incluyen un factor más: la pobreza. Y esa aseveración tiene siempre un doble filo.

¿Es la pobreza un hecho que sin remedio empuja a la gente a la delincuencia? ¿O es también que necesitamos robustecer la educación y el mapa de oportunidades para la movilidad social?

Esa violencia está dada también porque nacer en México es casi como nacer en un sistema de castas: los ricos mueren ricos y viejos, los pobres mueren jóvenes y pobres.

Somos uno de los países con la movilidad social más baja del planeta.

Entre todos lo factores, hay uno perdido: el contrabando de armas. Alrededor de 150 mil armas entran a México cada año, provenientes, en su mayoría, desde Estados Unidos. El asunto no es menor: durante las reuniones del gabinete de Seguridad, el tema ha estado sobre la mesa.

Y quizá por eso, en la reunión que mantuvieron el canciller Marcelo Ebrard y el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, acordaron un plan para reducir esa cifra que, por cierto, se ha incrementado, reconoció Ebrard.

El aumento: 9% en armas pequeñas, 9% en rifles, 63% en rifles automáticos y 122% en armas de asalto.

México y EU harán operativos en San Diego-Tijuana, El Paso-Ciudad Juárez, Laredo-Nuevo Laredo, McAllen-Reynosa y Brownsville-Matamoros.

No es que evitar ese contrabando vaya a solucionar el problema, pero todo ayuda.

Así de sencillo.

POR GABRIEL BAUDUCCO

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@GABRIELBAUDUCCO