Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del populismo.
Su advenimiento, en la mayoría de los casos, se debe a la incapacidad de las democracias liberales de distribuir el ingreso de manera más equitativa.
En nuestro país se le suma a este fenómeno el grave problema de la violencia y la inseguridad.
La asignatura pendiente de la gestión del expresidente Peña Nieto fue la inseguridad, y el electorado se la cobró.
El lopezobradorismo ha demonizado al neoliberalismo.
Las políticas públicas asociadas al neoliberalismo no se distinguen demasiado de las políticas puestas en marcha por la presente administración como la austeridad, la reducción del aparato gubernamental y el libre comercio.
En el imaginario del presidente López Obrador el neoliberalismo consiste en el cúmulo de políticas públicas puestas en marcha desde inicios de los 80 a junio de 2018.
¿Pero qué pasó durante la larga noche neoliberal? ¿Su ímpetu destructor tuvo un efecto devastador en la economía, la política y en el nivel de vida de los mexicanos?
Veamos, la apertura, la competencia y la preeminencia del libre mercado sobre el gasto del gobierno le permitieron a México transformarse en los últimos 30 años en un país de clase media.
Prevalece el desafío de superar la pobreza y la desigualdad, pero se lograron alcanzar mayores niveles de bienestar y se establecieron las bases para transitar hacia un país con menos carencias.
Por ejemplo, en los últimos 36 años, la esperanza de vida aumentó de casi 68 años a más de 77; la escolaridad promedio se duplicó al pasar de cinco a 10 años; la proporción de mexicanos por debajo de la línea internacional de la pobreza pasó de 8.1 por ciento a 2.5 por ciento.
El ingreso per cápita se multiplicó más de cuatro veces al pasar de dos mil a ocho mil 900 dólares.
Es cierto que se cometieron actos de corrupción atroces, pero no por eso debemos de permitir que se dé un proceso de erosión institucional que puede desembocar en un régimen soviéticamente priísta al estilo de los 70.
Esa peli ya la vimos y conocemos los resultados.
Por ello, es fundamental que luchemos por ensanchar las libertades que ya disfrutamos; defendamos los derechos individuales; establezcamos límites a la injerencia eclesiástica de la denominación que sea.
Fomentemos el libre comercio más allá del T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) y privilegiemos los derechos humanos en la administración de nuestra frontera sur. [nota_relacionada id=1073879]
POR ALEJANDRO ECHEGARAY
POLITÓLOGO
@AECHEGARAY1
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