Oposición reaccionaria

Ha reaccionado sólo a la agenda que, a toda hora y todos los días, impone el presidente Andrés Manuel López Obrador

“¡Hay que salir ya! ¡Nos va a ganar José Antonio Meade!”, le advertían sus consejeros al panista Ricardo Anaya, la noche de la elección del 1 de julio de 2018, en la rúbrica de una campaña extraviada y amorfa que finalmente perdió hasta en la primera felicitación a Andrés Manuel López Obrador.

De entonces a la fecha, un año entero, toda la oposición partidaria se consume en sus antropofagias internas, mientras que la no partidaria, la que protestó este domingo 30 contra López Obrador en una quinta parte de las ciudades que quería, terminó confrontada por su propia iracundia.

“¡Este imbécil acaba de matar al movimiento!”, le reclamó, en el templete mismo del Monumento a la Revolución, Gustavo Solórzano a Arturo Oropeza, el tipo que se colocó una máscara de López Obrador para parodiar una “consulta a mano alzada”, lo que degradó a circo el acto que tuvo en el locutor Pedro Ferriz a su prócer supremo.

No había manera que la protesta saliera bien si su principal resorte ha sido la defensa del aeropuerto de Texcoco y un discurso marcado por el clasismo y el rencor, pero sobre todo si sus animadores son Vicente Fox y Felipe Calderón, tan detestados que el primero fue repudiado en León, Guanajuato, y el otro no es capaz de entusiasmar a nadie con su partido. Una y otra, sobre todo la partidaria, la oposición no ha logrado articular en un año un programa alternativo mínimo, si no contra la corrupción -de la que carecen de autoridad política y moral-, al menos en temas de economía e inseguridad que por su experiencia de gobierno se esperaría un esbozo.

La oposición lo ha sido sólo en su expresión más básica, oponerse, reaccionado sólo a la agenda que, a toda hora y todos los días, impone López Obrador, cuya erosión en el respaldo popular se debe más a las decisiones de él que a los aciertos de sus adversarios.

Más allá de lo que López Obrador informó este lunes en el Zócalo, a donde regresó después de que no pudo cerrar su campaña el año pasado, México enfrenta una compleja realidad en violencia e inseguridad y deterioro económico que exige de la oposición algo más que gimoteos, gritos y aciones encapsuladas en las redes sociales.

La oposición partidaria parece haber olvidado que por cada una de las opciones votaron millones de mexicanos: La sociedad confirió al PAN 10 millones de votos (17%), seguido del PRI, con 9 millones (16%), el PRD casi 3 millones (5%) y Movimiento Ciudadano 2.4 millones (4%).

Una buena parte de los 25 millones de mexicanos que no optaron por López Obrador le están dando a éste, según las encuestas, el beneficio de la duda, pero ese voto no le es incondicional y está ahí para la fuerza que logre ser una oposición proactiva, capaz de proponer políticas públicas que, aunque sean rechazadas, serán apreciadas.

Si los partidos de oposición siguen con el discurso de que estábamos mejor cuando estábamos peor, serán colonizados por los grandes empresarios que los desecharán logrando su objetivo de obtener poder legislativo. El plan está en marcha…

POR ÁLVARO DELGADO

ALVARO.DELGADO@PROCESO.COM.MX

@ALVARO_DELGADO