No se debe ignorar la realidad

A más de seis meses de gobierno, se repite la misma estrategia: posicionar la propia “verdad” con independencia de los datos duros

En el ejercicio de gobierno, la percepción ciudadana juega un papel fundamental, a veces se pueden estar haciendo bien las cosas y no contar con la aprobación de los gobernados o, caso contrario, se gobierna muy mal y la percepción de la gente es que se está yendo por el camino correcto.

En términos generales, hablamos de comunicación política, en ello, el actual gobierno federal, particularmente el titular del Ejecutivo tiene mucho camino recorrido y conoce bien los entretelones de cómo se deben “comunicar” las “ideas” para obtener una reacción positiva.

A poco más de seis meses de gobierno, se repite una y otra vez la misma estrategia de comunicación: posicionar la propia “verdad” con independencia de los datos duros; situación que ha logrado que una parte importante de la población tome como ciertas las declaraciones del Ejecutivo federal o de su equipo de trabajo sin la necesidad de corroborar dichos “datos”.

En poco tiempo se ha logrado generar una base política y social dispuesta a aceptar y apoyar cualquier posicionamiento, sin más requisito que el emisor sea parte del movimiento y no contradiga al líder principal, esto, en términos de eficiencia política siempre deseado para quien gobierna, habla de experiencia y “colmillo político”.

Cualquier gobierno aspira a lograr algo semejante, pero no todos pueden hacerlo, hay muchos casos, donde las cosas se hicieron “bien” en términos cuantificables, pero al no poder comunicar efectivamente dichos logros, el partido gobernante perdió ampliamente en las siguientes elecciones. En términos coloquiales se dice “hay que poner el huevo, pero también cacarearlo”.

Un ejemplo emblemático de gobiernos pasados que usaron la comunicación para construir su propia realidad es el del vocero del expresidente Vicente Fox, con su famoso “el presidente quiso decir” un día sí y al otro también, le corregía la plana al primer mandatario tratando de adecuar las palabras a su propia realidad.

Todo esto está bien, es parte del arte de gobernar, pero también hay un límite; cuando la realidad es diametralmente opuesta al discurso, por más ganas que se tengan de adecuar la realidad a los propios intereses, no siempre será posible.

Un ejemplo, el problema del sargazo en las costas mexicanas, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha declarado que en realidad no existe un problema grave, situación que choca abruptamente con la realidad, quien ha tenido oportunidad de visitar las playas mexicanas, particularmente Cancún y la Riviera Maya, sabe que el otrora paraíso está en riesgo.

Si perdemos el turismo nacional e internacional que año con año arriban a este destino turístico, el país estará en problemas, lo queramos o no, tenemos un problema grave y se debe corregir.

No se debe generar alarma y magnificar las cosas, pero tampoco ignorar la realidad, la comunicación tiene un límite y hoy se llama sargazo.

POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR

COLABORADOR

@HSERRANOAZAMAR