El manotazo del Presidente es otra pieza extraviada en la dimensión desconocida; tan afamada -aunque inexistente hasta ahora-que algunos columnistas ya hacen apuestas sobre el primer personaje del gabinete que subirán al patíbulo. La incógnita es si el elegido será el secretario de Turismo, Miguel Torruco.
Si se juzgara a quien está al frente de Sectur por sus números, Torruco saldría fortalecido, no hay cifra hasta el momento, que indique debacle.
En el período enero-mayo de 2019 llegaron de Estados Unidos 4 millones 515 mil 674 turistas (53.58 por ciento más comparado con el año anterior) de Canadá arribaron un millón 372 mil 421 viajeros (16.28 por ciento arriba que en el mismo cuatrimestre del 2018).
Emitir una sentencia por los actos de quien despacha en avenida Masaryk 172, es harto ocioso, porque entraríamos en un juego subjetivo donde inciden muchos factores del trabajo realizado en el pasado y perdería rigor científico analizarlo desde la perspectiva del realismo mágico sobre lo que el secretario de turismo ha dejado de hacer.
Tendríamos que incluir en las preeminencias que acompañan a Torruco hasta ahora, la fortaleza del oficio turístico de los empresarios que la ejecutan; el impacto de la marca México, que se vende sola; la inercia de la promoción turística hasta diciembre y el bondadoso mercado estadounidense y canadiense que emite más turistas que nunca.
El que decide los cambios en el gabinete se llama Andrés Manuel López Obrador, y difícilmente remueve a sus allegados, mucho menos a los que son disciplinados a sus instrucciones. Miguel Torruco deberá tener preparadas sus peticiones y adelantarse al cambio de rumbo que designe el presidente.
Entre ellas debe estar la estrategia de la política turística real.
POR ÉDGAR MORALES
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