La presidencia no es ventanilla para los cuates, dice AMLO

He insistido que se puede hablar de al menos tres tipos de corrupción: la evidenciada por los latrocinios cometidos para enriquecerse ilegal e ilimitadamente, el tráfico de influencias para acumular aún más poder como un fin en sí mismo y la ineficiencia en la gestión. También he dicho que, en mi opinión, la administración lopezobradorista “peca” de las dos últimas categorías, particularmente en lo que a ineptitud e incapacidad en el accionar gubernamental se refiere.

Quiero resaltar las señales positivas que emite el Presidente y varios miembros de su equipo, en el sentido de que no se tolerará la corrupción del primer orden. Pero como las palabras en general “se las lleva el viento”, no enumeraré ni describiré las muchas veces en que Andrés Manuel ha insistido en que no habrá robos ni prebendas, sino que me concentraré, para ilustrar el punto, en dos acciones recientes por parte de dos de sus colaboradoras.

Lo “normal” en pasados sexenios era que los amigos del primer mandatario (y también otros recomendados) se presentaran en Los Pinos para solucionar “sus apuros”.

Y eso es lo que con frecuencia terminaba sucediendo casi como por arte de magia. Hoy, la respuesta de López Obrador ha sido un “no te puedo ayudar; dirígete con Margarita Ríos-Farjat (en un caso), y con Irma Eréndira Sandoval (en el otro)”

En cuanto a grandes contribuyentes “morosos” —dejémoslo así— la indicación ha sido tratarlo con Ríos-Farjat y ésta ha presentado esquemas para que se pongan al corriente. Fuera de tal “flexibilidad” (siempre, claro está, dentro del marco de la ley), ella ha sido y será clara, honrada e implacable. El Presidente le ha concedido el privilegio de emitir la última palabra, pues la confianza que le tiene a la funcionaria es más que absoluta.

Por lo que respecta a la cada vez más evidente y comprobada corrupción perpetrada por su gran amigo, el ex delegado en Jalisco, Carlos Lomelí, la respuesta de AMLO fue la de prácticamente toda una mañanera dedicada a la secretaria de la Función Pública (apoyada, nuevamente, por evidencias del SAT), a quien le ordenó proceder hasta las últimas consecuencias. Y todo parece indicar que así sucederá. (Ya antes había ocurrido que, para evitar posibles conflictos de interés —mismos que al parecer no habrían tenido sustento-, obligó a otro amigo (y también compadre) a renunciar a una licitación bien habida para imprimir los libros de texto gratuitos del próximo año escolar).

Este “estilo” será característico del presente gobierno que, por muy paradójico que parezca, es encabezado por un mandatario que tiene más relaciones personales con actores poderosos, ricos e importantes, que ningún otro en la historia contemporánea: a la mafia del poder la ha tratado estrechamente en los últimos 20 años.

Y para esos personajes influyentes en México —empresarios, periodistas y políticos—, algunos que debieran saber “leer” los nuevos tiempos, el mensaje que emite AMLO es el mismo: “Háganle como quieran, pero el Presidente y su oficina ha dejado de ser ventanilla para concederle favores y perdones a los amigos; incluso a los muy, muy cuates”.

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

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@MALOGUZMANVERO