Urzúa se fue pateando la puerta

Si traducimos en acciones las palabras de Urzúa en su renuncia, diríamos que el secretario se fue ‘pateando la puerta’

Dos cosas sorprendieron de la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda: 1.- Lo intempestivo. Porque si bien se sabía que Urzúa no estaba contento con su situación en el equipo y con algunas de las decisiones económicas que se vio obligado a tomar, lo cierto es que hasta ayer por la mañana, ni siquiera el propio Presidente de la República esperaba esa noticia. Lo notaríamos en la propia mañanera, en la que no hizo la más mínima alusión al tema económico, ni se le notaba preocupado o inquieto, y luego lo ratificaría el propio López Obrador, al anunciar la aceptación de la renuncia de Urzúa y el nombramiento en su lugar de Arturo Herrera: “La renuncia la presentó el día de hoy…”, diría el Presidente. 2.- La crudeza de las razones de su salida –a la cual, apuntó, se vio “orillado”-, estampadas en la renuncia. La más importante, sin duda, la referente a que se han tomado “decisiones de políticas públicas sin el suficiente sustento”. Frase más que elocuente como para estremecer los mercados y poner en un grito a los inversionistas, ya de por sí alarmados por proyectos como el de la refinería de Dos Bocas y el tren Maya. Y la relacionada con la “imposición de funcionarios que no tienen conocimiento de la Hacienda Pública”, motivada por “personajes influyentes del actual gobierno con un patente conflicto de interés”. Párrafo dedicado, sin duda, a Alfonso Romo, con quien sostuvo varios desencuentros por ese motivo, particularmente en el caso de Eugenio Nájera, en Nafin. ¿Qué fue lo que colmó a Urzúa para llevarlo a renunciar? A decir del periodista Mario Maldonado en el noticiario de Salvador García Soto en El Heraldo Radio: la razón estriba en otra de las lindezas de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, relacionada con el plan de negocios de Pemex que habrá de presentarse esta semana. Al parecer es tan “desastroso” el plan, que no sería de extrañar una baja en la calificación crediticia de Pemex y del país. Ante esta situación, no es de extrañar que Carlos Urzúa se fuera –traduciendo sus palabras en acciones- nada menos que pateando la puerta. El ascenso de Herrera a la titularidad de la Secretaría de Hacienda –por ratificar su nombramiento en la Cámara de Diputados- pinta, por lo pronto, bien. Tiene buenas cartas credenciales, está inmerso en los temas y pertenece al mismo grupo –y línea- de su antecesor. Por su expresión en el video en que lo presenta el Presidente como el nuevo secretario de Hacienda, luce entre acongojado y apanicado. Ahora falta ver si logra imponer su visión, si AMLO toma nota del significado de la renuncia de Urzúa, o si el Presidente termina por no hacerle caso y lo descalifica, como ya lo ha hecho en otras ocasiones. *** GEMAS: Obsequio de Ricardo Monreal: “(Urzúa) no se adaptó a las nuevas políticas públicas. Me parece normal su renuncia y hasta tardía”. Por MARTHA ANAYA MARTHAMERCEDESA@GMAIL.COM  @MARTHAANAYA