Los peligros de la negación

El holocausto no sucedió. Las vacunas causan autismo. El calentamiento global no existe y, si existe, no es causado por la actividad humana. Los expertos realmente no conocen su área de especialidad y, peor, representan intereses mezquinos. Los periodistas son "enemigos del pueblo". La democracia y el culto a la personalidad del líder son sinónimos. Putin es un tipazo. En Venezuela se vive bien.

 Todas estas barbaridades, nacidas del instinto humano a la negación de los hechos, son mortales; capaces de acabar con la civilización. Pueden generar un nivel de sufrimiento y descomposición autoimpuesta que hace dudar si realmente el homo sapiens merece el título de "sapiens". Son mentiras que causan extinciones, que generan violencia y división social, que matan niños, y que vuelven miserables a los seres humanos que las propugnan. Son la sangre misma de Thanatos; el caos personificado y el resultado de una bancarrota del alma. Son producto del nihilismo misántropo. Son mentiras escandalosas, moral y éticamente repugnantes, y deberían de ser repudiadas al unísono por todo ciudadano libre.

Pero resulta que el ciudadano de hoy está fascinado con el "negacionismo" (denialism, en inglés). El negacionismo postula que los hechos no importan y que las pruebas son fabricadas. Pretende que toda ocurrencia, por más odiosa y estúpida, es tan válida como la ciencia.

En un artículo reciente en The Guardian, Keith Kahn-Harris propone que el negacionismo es producto del deseo que las verdades no sean "ciertas". Señala que nació después de la Iluminación como resultado de choques entre nuevas verdades y viejas supersticiones. Menciona, por ejemplo, cómo la teoría de la evolución de Darwin chocó con una Biblia que decía que la Tierra tenía unos 6,000 años.

Puede ser. Sin embargo, me parece que en el negacionismo se propaga por una mezcla non sancta entre políticos oportunistas y el instinto ancestral nihilista que se esconde en el resentimiento de toda comunidad humana. Personas que, bajo otras circunstancias, son ciudadanos sensatos, pero que se suman con el daño del futuro de sus hijos y nietos.

El mundo es un lugar muy extraño. La realidad tiene aspectos inefables. Existe una tensión entre la realidad convencional de la física newtoniana, y la realidad ulterior de la física cuántica. Sin embargo, a nivel social, sí existen respuestas correctas e incorrectas. Las respondemos correctamente y viviremos en armonía con prosperidad. Pero si insistimos en consentir mentiras crueles acabaremos en la Alemania del Tercer Reich. Todos sufriremos, sino es que todos moriremos.

Este culto al negacionismo, a la antirazón, al imbecilismo misántropo, surge en el peor momento. Enfrentamos riesgos existenciales, desde la guerra nuclear y el cambio climático, hasta el preocupante avance de la inteligencia artificial y la automatización. Pero enaltecemos a líderes que ignoran activamente nuestros principales desafíos. Combatir del negacionismo se ha convertido en la tarea más importante y urgente del mundo.

POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA

ANALISTA ECONÓMICO

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