El gabinete del presidente estadounidense Donald Trump ha sido notablemente inestable para los estándares de los gobiernos de ese país.
Trump reemplazó ya a su jefe de Asesores, su secretario de Estado, su secretario de Defensa, el de Seguridad Nacional, y funcionarios menores en lo que muchos consideran como una señal de su estilo personal de gobierno.
Algunos afirman que el Presidente estadounidense, que llegó a la Casa Blanca sin experiencia administrativa, aunque sí con un historial empresarial, ha tenido problemas para conformar un grupo de colaboradores que no sea servil o trate de manipularlo. El hecho es que también por inclinación, Trump se inclina más por el grupo que trata de obedecerlo, de acuerdo con un estudio de la institución Brookings sobre la política exterior del mandatario.
"Trump se convirtió en Presidente con un conjunto de instintos viscerales profundamente arraigados sobre el mundo: hostilidad a las alianzas, escepticismo del libre comercio y apoyo a los hombres fuertes autoritarios, pero poca idea de cómo convertir estas creencias en políticas".
Esa noción no se reduce la política internacional, aunque quizás sea la más evidente por el número de contradicciones en que ha debido caer el mandatario.
Lo cierto es que hubo una etapa del gobierno Trump cuando los miembros del autodenominado grupo "de los adultos" midió su éxito "por lo que evitaron que sucediera, en lugar de por lo que hicieron que sucediera".
Pero es una consideración que podría hacerse también en términos de política doméstica, como se han señalado en los casos de migración, de la muralla fronteriza, y otros temas en los que los deseos del Presidente han sido limitados por la realidad. La economía tampoco ha sido ajena al fenómeno.
En los últimos meses Trump ha actuado como ha querido, pero con harta frecuencia ha debido cambiar el curso o incluso retroceder luego de anuncios exagerados o mal pensados. Y algunos de esos retrocesos –que luego siempre reclamo como éxitos– pudieron haber sido evitados, por ejemplo, cuando impuso aranceles a México para presionar por un mayor control a la llegada de migrantes centroamericanos.
Pero eso ha creado polémicas de otra índole.
"Las políticas comerciales de la administración, de imponer aranceles a socios comerciales valiosos, son de dudosa legitimidad y extremadamente costosas para la economía y la política exterior de los Estados Unidos. Al invocar la seguridad nacional para revertir los acuerdos comerciales pasados y utilizar otros argumentos falsos, la Administración está violando la intención del poder legislativo y, posiblemente, al menos algunas de las leyes que invoca", escribió el distinguido economista Fred Bergsten.
Pero la realidad es que ese estilo, que da prioridad a los deseos de sus seguidores, ha permitido al presidente Trump mantener una popularidad formidable entre los que votaron por él en 2016 y seguramente lo harán otra vez en 2020.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@CARRENOJOSE1
El estilo personal de gobernar
El hecho es que por preferencia, Donald Trump se inclina más por el grupo que trata de obedecerlo