Cuando era niña, mi pueblo natal sufrió unas inundaciones terribles y hasta ahí acudió el presidente Ernesto Zedillo para dirigir las acciones de rescate y apoyo a los habitantes de San Rafael, Veracruz. Yo acudí con mi abuelita; logramos acercarnos al Ejecutivo federal y al saludarlo le dije: “Yo soy priista”.
Siendo adolescente acudía con entusiasmo a las actividades que eran convocadas por el PRI. Así, al cumplir mi mayoría de edad, fue natural que ese mismo día asistiera a pedir mi inscripción en el Frente Juvenil Revolucionario. Nunca he militado en otro partido político, jamás formé parte del PAN y mucho menos participé en algún proceso interno para ser postulada por el blanquiazul. Y no lo digo yo, lo afirmó el Comité Estatal del PAN en Veracruz: nunca he estado afiliada. Lo declaro con entereza y convicción: yo soy priista de carne y sangre.
La determinación de la Comisión Nacional de Justicia por retirarme mi candidatura a la dirigencia nacional del PRI es un golpe bajo porque la sentencia no fue producto de razonamientos legales, sino de prejuicios políticos e intenciones tenebrosas que pretenden polarizar al PRI y que solamente haya una mujer como representante de la cúpula.
Al momento de redactar este texto, la notoria actitud silente de Claudia Ruiz Massieu con respecto a lo definido por el órgano de justicia es sospechoso. Curiosamente el cordón político umbilical de la persona que me impugnó está atado a Manlio Fabio Beltrones y aún más anecdótico resulta que el presidente de la Comisión Nacional de Justicia que definió la infamia en mi contra, fue promovido al cargo por un ex presidente de partido de apellido Beltrones Rivera.
Soy una mujer que cree en las instituciones, por ello acudiré al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para clamar justicia. En este momento la posición incómoda es de la cúpula y de Fernando Elías Calles, porque no me desalientan y este último tendrá que mostrar la pizca que tiene de dignidad al momento en que la autoridad ordene que se me reinstale como candidata a la presidencia del PRI.
Oficialmente no podré hacer actividades de proselitismo; me marginan una vez que están programados encuentros con la estructura nacional de sectores y organizaciones, pero no me callarán.
En los próximos días por conducto de las redes sociales estaré difundiendo mis reflexiones acerca de las medidas que se deben tomar para transformar al PRI y derrotar a los autoritarios. No lo haré como candidata, sino como una militante de a pie, como una priista de carne y sangre preocupada por acabar con el PRI autoritario y extinguir “la ética del dinosaurio”.
El plan de trabajo que presenté para competir será expuesto de manera respetuosa porque pienso que las propuestas están más vivas que nunca, ya que estoy siendo golpeada por la cúpula autoritaria.
La Comisión Nacional de Justicia me daña a mí y al proyecto alentado por miles de priistas. Pero insisto, estoy convencida del imperio de la ley, por ello dejaré de pedir el voto a mi favor aunque expondré las propuestas de la gente que ya está hasta la madre de que el dinosaurio siga viviendo en el PRI. No me van a callar, no me quitarán mi orgullo militante, no me arrebatan mi sueño. Soy priista genuina, de carne y sangre.
Por Lorena Piñón Rivera
Priista de carne y sangre
La Comisión Nacional de Justicia me daña a mí y al proyecto alentado por miles de priistas. No me van a callar, no me quitarán mi orgullo militante