Aunque el gobierno federal se resiste a reconocerlo, la economía mexicana ha entrado en franca desaceleración.
Parte de esa situación que esta afectando a empresas de todos tamaños se debe a un presupuesto mal hecho por la 4T.
Y es que en el Presupuesto de Egresos de 2019 se redujeron al máximo los estímulos a las actividades productivas en favor de la entrega de apoyos asistenciales que tampoco están llegando de manera puntual. Un ejemplo de lo que le comento lo padece el sector vivienda donde se dejó de apoyar la construcción de casas para trabajadores que ganan de uno a tres salarios mínimos, lo que ha desplomado la actividad en un sector que tiene efectos multiplicadores en varias industrias, pero en especial en el empleo.
Estamos hablando que los subsidios para la construcción de casas quedaron en 400 millones de pesos, cuando en los mejores tiempos de las desarrolladoras llegaron a 8 mil millones de pesos.
Un colateral de la situación se está presentando en la gestión del Infonavit que dirige Carlos Martínez Velázquez que registra hasta mayo pasado una caída de 42 por ciento en la colocación de hipotecas para familias de menores ingresos, simplemente porque no hay producción de casas.
Martínez ha querido subsanar esa situación ampliando el monto mínimo de las hipotecas que otorga el Infonavit, y ahora se habla de agrupar créditos de una familia, ya sea con la pareja o incluso los hijos, pero como le digo, lo crítico es que se ha frenado la producción de casas.
Añada que el Registro Único de Vivienda (RUV) mostró hasta mayo una caída de 28.8 por ciento, lo que es una señal pésima para el mercado interno.
En pocas palabras, la 4T desconoce lo que se conoce como la economía del ladrillo, y en el corto plazo se ve difícil que se pueda enderezar la caída libre que encaran las desarrolladoras de vivienda.
Jaque a vivienderas
Sigue la fiebre del Bitcoin y ayer probó romper la barrera de los 13 mil dólares