El senador Ricardo Monreal puso el dedo en la llaga, al señalar prácticamente que los integrantes del gabinete de Andrés Manuel López Obrador, con sus excepciones, son ineficientes, inexpertos y de lento aprendizaje.
Dijo Monreal textualmente: “Veo un gabinete que no está en el acompañamiento, veo un gabinete que la curva de aprendizaje ha sido larga, pesada… me gustaría ver un gabinete más cercano con él. Siento al Presidente que hace todo, conduce todo y necesita que su gabinete lo acompañe más”. En pocas palabras, son inútiles para el gobierno de la 4T, quiso decir. Para los observadores políticos, objetivos e imparciales, a la mayoría de quienes conforman el gabinete legal y ampliado de AMLO le faltan dos cositas: calidad técnica y política.
Los mismos observadores recuerdan que tanto en los regímenes priistas como en los panistas, los gabinetes presidenciales se formaron a partir de ciertas condiciones que debían reunir los aspirantes a integrar esa dorada élite del Poder Ejecutivo Federal. Los secretarios de Estado y titulares de otras dependencias llegaban al primer círculo de la administración pública federal siempre y cuando cumplieran con dos de los siguientes requisitos: capacidad profesional y experiencia. Obviamente también influían la afinidad ideológica, los compromisos políticos personales, los compromisos económicos y la amistad cercana. El presidente López Obrador mandó al diablo la capacidad profesional y la experiencia, y optó por lo demás.
Hombre por hombre y mujer por mujer, el equipo de AMLO es uno de los peorcitos en la historia de los gabinetes en México. Y aunque las comparaciones son odiosas, está lejos, muy lejos, de llegarle a los talones al que tuvo el presidente Adolfo López Mateos, que para algunos analistas políticos fue el mejor. Juzguen los lectores:
En Hacienda y Crédito Público, López Mateos designó a Antonio Ortiz Mena, autor del periodo de prosperidad económica conocido como “desarrollo estabilizador” (crecimiento anual de 6.6 por ciento e inflación de 2.2 por ciento), lo que le valió ser ratificado en el cargo durante el sexenio siguiente. En Relaciones Exteriores estuvo Manuel Tello Barraud, que había ocupado el mismo cargo de 1948 a 1952 durante el sexenio de Miguel Alemán Valdés, y que fue embajador de México en Estados Unidos de 1952 a 1958. En Obras Públicas despachó Javier Barros Sierra, histórico rector de la Universidad Nacional Autónoma de México durante el Movimiento Estudiantil de 1968. La SEP se honró con la llegada de Jaime Torres Bodet, titular de la misma dependencia de 1943 a 1946 en el gobierno de Manuel Ávila Camacho; secretario de Relaciones Exteriores de 1946 a 1948 en el régimen de Miguel Alemán Valdés; director de la UNESCO de 1948 a 1952, y promotor en México de dos campañas nacionales de Alfabetización y de la instauración del Libro de Texto Gratuito.
Carlos Urzúa, Marcelo Ebrard, Javier Jiménez Espriú y Esteban Moctezuma son párvulos al lado de los susodichos.
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Ineficientes, inexpertos, inútiles…
A la mayoría de quienes conforman el gabinete legal y ampliado le faltan dos cositas: calidad técnica y política