El gran torero que casi nunca torea regresó después de un año de inactividad con el valor intacto, la entrega de siempre, el toreo a la mínima distancia, la economía de movimientos y un gran asentamiento.
Los toros fueron perfectamente escogidos; era difícil que no embistieran. Las ganaderías elegidas fueron Núñez del Cuvillo, El Pilar, Garcigrande y Domingo Hernández. Ejemplares con nobleza y bravura, que permitieron el derroche de valor y las cada vez mejores maneras del maestro de Galapagar.
Es evidente que José Tomás ha bebido de fuentes mexicanas. A lo largo de la emocionante jornada granadina, hizo varios guiños al toreo de México, al incluir gaoneras y caleserinas en su repertorio. También dibujó tafalleras y largas, en el marco de un toreo muy variado.
Lidió sensacionalmente con el capote. Las verónicas fueron sencillamente extraordinarias, con desmayo y tersura. El torero por antonomasia ahora coge el capote con mayor sutileza y suavidad.
Hace tres días presenté en la televisión imágenes de su actuación en la Plaza México, el 13 de diciembre de 1998, alternando con El Zotoluco y Fernando Ochoa, con toros de la ganadería de Xajay.
El diestro madrileño tenía tres años de alternativa y apenas 23 de edad. Había recibido la borla de matador de toros justamente en el coso metropolitano en 1995, de manos de Jorge Gutiérrez.
En aquel entonces, seguramente muchos le auguraban cosas extraordinarias, pero pocos se imaginaban el mito viviente en el que se habría de convertir.
Ya apuntaba un toreo estoico, recio, seco, valiente a carta cabal, que en 20 años ha ganado en expresión y personalidad.
Es evidente que José Tomás tiene ahora una personalidad más acusada, con grietas en el rostro, la mirada profunda y el pelo desordenado y entrecano. Un hombre de 43 años, que parece mayor.
Sigue mandando desde la inactividad. Su estrategia de torear esporádicamente le da resultados (sueldo estratosférico, derrama económica y lleno en los tendidos), aunque también es verdad que sería interesante verlo competir con otras figuras a lo largo de toda la dura temporada peninsular.
Y también es cierto que se ha quedado corto en términos de apoyo a la difusión de un espectáculo tan criticado en los últimos tiempos.
¿Se imaginan la publicidad positiva que para la Fiesta representaría transmitir un resumen de una hora y media de sus actuaciones, casi siempre vibrantes, triunfales, apoteósicas?
Pero no, Tomás se sigue oponiendo tajantemente a la televisión en directo, perdiéndose así una brillante oportunidad para mostrarle al mundo la grandeza y los valores tan cuestionados de la tauromaquia.
POR HERIBERTO MURRIETA
BLASONESHM@GMAIL.COM
TWITTER: @BETO_MURRIETA
INSTAGRAM: HERIBERTO.MURRIETA
Deslumbrante
El matador José Tomás tuvo una soberbia actuación el sábado pasado, en la Plaza de Toros de Granada