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Zóon Politikon

El Presidente aprovecha sus fortalezas y comunica todos los días posicionado los temas que le interesan a él y a su Presidencia

OPINIÓN

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Cuando Aristóteles se refería al zóon politikon hablaba del ser humano que se relaciona en la esfera pública, al animal social y político (en lo político es en donde para el griego nos distinguimos del resto de animales) que busca el bien común y la justicia o puede llegar a aspirar a ellos por medio del diálogo y la deliberación, es decir, a través de la política. Cuando observo en su actuar diario al presidente López Obrador me encuentro a ese zóon politikon aristotélico. Un ejemplo claro es la manera en que va marcando la agenda política nacional a partir de la comunicación. No recuerdo gobierno alguno en nuestro pasado reciente que haya sido tan eficaz en este tema. El Presidente aprovecha sus fortalezas y comunica todos los días posicionado los temas que le interesan a él y a su Presidencia. Las anteriores administraciones (en el mejor de los casos) estaban dedicadas a reaccionar ante la agenda que se imponía desde la oposición, de distintos grupos de la sociedad civil o de factores coyunturales. Si bien el inicio del sexenio no ha estado exento de polémicas, el gobierno ha salido librado y esto se debe a que el Presidente está comunicando y lo está haciendo correctamente (para referencia allí están los números de aprobación con los que cuenta en absolutamente todas las mediciones). Las conferencias mañaneras que le fueron muy eficaces desde sus tiempos de jefe de Gobierno del Distrito Federal, le permiten posicionar temas, atajar polémicas y lo más importante desde mi perspectiva, la construcción de legitimidad. En su Teoría de la Legitimidad, el sociólogo alemán Max Weber habla de tres formas de legitimidad a partir de la relación de dominación a saber: tradicional, carismática y legal-racional. La primera se adquiere a través del tiempo o “porque siempre ha sido así”, la monarquía es un buen ejemplo. La segunda obedece al poder de las ideas o creencias, de individuos que persuaden multitudes a partir de las mismas y de sus atributos personales. La tercera se basa en el sistema de procedimientos y leyes que la otorgan. En nuestra actual coyuntura nadie puede cuestionar que el Presidente cuenta con legitimidad a partir del concepto legal-racional weberiano, sin embargo, sus atributos personales, la comunicación y ese instinto aristotélico antes mencionado están logrando que además su legitimidad se fortalezca día con día. En anteriores ocasiones en este mismo espacio escribí que si los gobiernos en la actualidad no entienden que la legitimidad se construye a partir de la comunicación como ejercicio de rendición de cuentas, de transparencia y de cercanía con los ciudadanos, acaban casi siempre divorciándose del electorado que creyó en ellos. Bueno pues, este Presidente no sólo lo entiende, sino a mi parecer, lo está ejecutando de manera ejemplar. No me crean a mí, créanle a los números.    

Por ERIK PORRES BLESA 

@ERIKPORRES