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'No soy un vulgar ambicioso”

OPINIÓN

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Declaró AMLO con más firmeza que convicción este viernes: “No soy un vulgar ambicioso”. Alguna razón le asiste. En realidad, es un prosaico narcisista, enamorado de su imagen, atrapado en el azogue del espejo que refleja infinitas imágenes de sí mismo. Por eso se dibuja una mueca en quienes escuchan de sus labios: “no me voy a presentar a las elecciones de 2024”. Los países cuyas constituciones recogen la revocación de mandato son las modernas democracias de Nicaragua y Bolivia. En ambas, fue un paso previo para la reelección. Sabemos, porque lo dice AMLO, que no es el caso de México. Pero hay algo incómodo que ensombrece el halagüeño desplegado. Si el Presidente sólo quiere la revocación de mandato, ¿por qué modificar la constitución? ¿No podría simplemente votarse como se ha hecho hasta ahora? ¿Si no fue necesario que el INE se hiciera cargo de velar por la votación para cancelar el NAIM, tiene sentido que ahora busque su validación? El hecho de que Andrés Manuel quiera someter la revocación de mandato a un sufragio ciudadano, ¿implica que a partir de ahora todos los presidentes tienen que pasar por el mismo proceso? Las reformas legales y constitucionales que exige este procedimiento parecen excesivas para esta consulta, teniendo en cuenta las realizadas a modo por este Gobierno. Se antoja extraño el despliegue de parafernalia. Pero una inquietud más asoma con naturalidad. AMLO también dijo en campaña que no iba a cancelar el NAIM, que iba a retirar a los militares a sus cuarteles, que había que mirar al futuro y no detenerse en el pasado. Es fama que incumplió puntualmente cada una de estas promesas. Habla de concordia pero calumnia cada mañana a quienes considera sus adversarios, proclama la paz pero no duda en acusar de todo a los “neoliberales”, “la mafia del poder” y los “fifís”, dice respetar la libertad de expresión y acosa al diario Reforma. También proclama que ya no hay corrupción y, aprovechando el viaje, que tampoco violencia. Todo indica que cuando López Obrador dice que no busca la reelección, quiere decir que sí la pretende. Su palabra vale lo mismo que nada. Hay algo que es necesario subrayar: la escasa credibilidad de sus promesas se debe a él mismo, a su querencia por contradecirse sin medir las consecuencias. Estos rasgos caracterizan la patología del narcisista, de quien extraviado en sí mismo y encantado de conocerse reduce la realidad a su imagen y semejanza. Incapaz de transformarla, mejor la manipula con palabras aunque sea en la constitución y en las conferencias de las mañanas. La constitución se asemeja a un relato fantástico en condiciones de competir con solvencia en cualquier premio nacional de ficción. No en los internacionales por aquello de la no intervención. Diacrítico La realidad de México seguirá siendo la misma con o sin revocación de mandato. Pero México ya no será el mismo si AMLO quiere reelegirse. Ha dado el primer paso y siempre que pasa igual sucede lo mismo.  

jcamacho68@gmail.com

@camacho_jorge