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El gusto por la ciudad

La capital es un fenómeno dinámico que muestra las expresiones más variadas y los problemas más complejos

OPINIÓN

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A la vuelta de la esquina siempre hay algo que sorprenda en la Ciudad de México. Es el mosaico donde se reflejan cada una de las expresiones de lo que es el país, es el espacio donde caben todas las formas de pensar, por eso es tan interesante escribir del ex Distrito Federal. La ciudad no es la misma de hace 30 años, la población generó un cambio tan vertiginoso en todos los ámbitos: sociales, culturales, económicos, de desarrollo urbano y en las expresiones políticas. La capital dio un brinco a la modernidad en derechos sociales, diversidad, urbanismo y apertura, a diferencia de otras ciudades importantes del país. Por eso es tan atractiva, pero de manera paralela, sus problemas se volvieron muy complejos. Dar el paso de Distrito Federal a Ciudad de México no ha sido un cambio automático. El entramado legal continúa su proceso de construcción; la planeación del futuro de la ciudad es muy complicado si no se atienden antes los problemas de su día a día. En 1997 se pensaba que la capital daba un giro hacia la izquierda, pero al paso de los años, poco a poco se desdibujaron las posiciones ideológicas. Ésa fue una coincidencia en todos los partidos y en todo el país; las líneas de pensamiento crítico se diluyeron con otro tipo de proyectos un tanto más pragmáticos. El avance en derechos políticos ha sido notorio, sin embargo, las desigualdades, la pobreza y la inseguridad se han convertido en todo un fenómeno social y las diferentes administraciones las enfrentan bajo las mismas fórmulas. A lo largo de los años las calles y los foros fueron eco de todo tipo de voces y expresiones que hablaron de un cambio, los eventos políticos más explosivos, las movilizaciones sociales más grandes se han dado en la Ciudad de México. Este día cierro mi ciclo en El Heraldo de México con la columna Primer Cuadro. Personalmente representó un reto incursionar en el género periodístico de opinión y me quedo con muchas satisfacciones. Durante mi trayectoria profesional siempre he tratado de ser una voz con capacidad para indignarse; me molesta la corrupción, el engaño, el abuso y la simulación. Por decisión propia me coloqué de ese lado de la palestra, pero no tengo tapujos para reconocer los aciertos y avances. Quienes nos hicimos y formamos en la calle, en el trabajo de campo, nos gusta estar presentes del acontecer diario y ser testigos de los momentos que habrán de incidir en la vida cotidiana. En la propia y en la de nuestra comunidad. Gracias a la gente de El Heraldo de México, pero sobre todo, a los lectores que me permitieron darme este gusto con su inteligencia y su atención. A LA VUELTA Nos volvemos a encontrar.    

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