Millones de personas continúan hoy comunicándose en la lengua que aprendieron de sus ancestros. Madres hablan a sus hijos para transmitirles la sabiduría de los abuelos. La lengua que nos acuna desde los primeros días, nos marcará para siempre: sonidos, arrullos y, sobre todo, su palabra.
Por eso, el 21 de febrero, Día Internacional de la Lengua Materna, es una fecha que debe recordarnos que estamos obligados a continuar apoyando la persistencia y resistencia de las personas indígenas que conservan sus idiomas, así como sus formas de vida, costumbres, fiestas, su presente y su futuro.
En México, habitan alrededor de 12 millones de personas indígenas; es decir, 10% de la población total. Entre ellos, 7.3 millones habla una de las 68 lenguas indígenas, con 364 variantes.
Con ellas, sus autoridades gobiernan a sus pueblos y comunidades e imparten justicia. Expresan los cuidados del mundo y la naturaleza. Con el poder de sus palabras curan el corazón de los enfermos y dan salud con su medicina tradicional.
En total, cinco lenguas concentran el mayor número de hablantes: náhuatl, con 1.7 millones de hablantes; maya, con 860 mil; tseltal, con 557 mil, y el mixteco con 518 mil personas. Las lenguas con menos hablantes a nivel nacional son: el awakateco, con 17 hablantes, y el ayapaneco, con 24. Sin duda, las lenguas indígenas se encuentran en desventaja ante el español.
En 1992, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se estableció, en su artículo cuarto, que la nación mexicana tiene una composición pluricultural, sustentada originalmente en sus pueblos indígenas, y que la ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social.
En 2003 se promulgó la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, que reconoció, por primera vez en la historia de México, que las lenguas indígenas y el español son lenguas nacionales, y tienen la misma validez en su territorio.
Asimismo, determinó que ninguna persona podrá ser discriminada a causa o en virtud de la lengua que hable y que tiene el derecho a comunicarse en la lengua indígena de la que sea hablante. Sin embargo, si revisamos la aplicación de la ley veremos que no es pleno su cumplimiento. Aún falta mucho para poder afirmar que somos una nación respetuosa y orgullosa de su riqueza y diversidad cultural.
Basta ver la polémica generada en las últimas semanas en torno al éxito de Yalitza Aparicio, protagonista de la película Roma. Hechos como éste, así como las condiciones de marginación de los pueblos, nos recuerdan la necesidad trabajar para que sus derechos sean respetados, y que sus voces tengan eco en los corazones de todos los mexicanos
Los pueblos indígenas siguen demandando ser escuchados en sus lenguas. Y los que no tenemos la ventaja de hablar una lengua materna, debemos entender que la sobrevivencia de las lenguas y cultura nos hacen más ricos.
XÓCHITL GÁLVEZ SENADORA DEL PAN
@XOCHITLGALVEZ