La probabilidad de que ocurra en las cartas es mínima (cinco cartas seguidas del mismo palo del 10 al as), pero ocurrió la noche del lunes en la celebración del XIII aniversario del Museo de Arte Popular. Cinco mujeres y su poder.
Hace poco más de 13 años se celebró un desayuno en el entonces derruido edificio que hoy lo alberga. Germán Dehesa bromeaba con los poderosos empresarios convocados, futuros patronos entonces, suavizando la tensión del ambiente en el que un Estado Mayor había sugerido a la entonces primera dama, Marta Sahagún, no acudir a dicho evento. ¡Pero cómo no acudiría a la convocatoria de Marie Thérèse Hermand, una mujer que sabe, como ninguna, ejercer el poder y lograr lo que se propone!
Y logró su cometido. Hoy presidenta honoraria, su legado en estos 13 años creció y se multiplicó con otras dos mujeres comprometidas que le sucedieron y que supieron ejercer también su poder desde el mundo empresarial o político: Sonya Santos de Arredondo y Cecilia Barbará de Moctezuma.
El lunes, las tres sentadas entre un mosaico de empresarios, funcionarios, patronos, socialités y artesanos, escuchaban atentas los discursos de otras dos mujeres hoy poderosas.
La primera, Alejandra Frausto, secretaria de Cultura del gobierno federal, que dirigió su mensaje enfocado a los artesanos en dos ejes: la importancia de las artes populares y la justificación del movimiento del Fondo Nacional para las Artesanías de la Secretaría de Desarrollo Social a la Secretaría de Cultura.
Y también Beatriz Gutiérrez Müller. Tomando como referente para su mensaje el libro editado para la celebración del aniversario, Arte del Pueblo, Manos de Dios, citó que el entonces Gobierno de la Ciudad de México hace 13 años había facilitado el inmueble que hoy ocupa el museo.
Bajo estas palabras, elogiaba al entonces gobierno de su hoy marido. Trece años atrás, ella jamás habría vislumbrado que le tocaría decir estas palabras como esposa del hoy Presidente de la República, pero con poder propio, como escritora y maestra en Literatura iberoamericana.
No utilizó en su atuendo -como casi todas las mujeres presentes, algunas incluso llegando a los extremos-, un referente al arte popular o algún textil artesanal.
No llevaba un séquito de funcionarios o acompañantes como otros miembros de gobierno presentes a los que los satelitaban asesores y repartían tarjetas a su paso, recalcando su puesto.
Caminó sola y la invité al teatro. Me preguntó por mi elenco con interés genuino. Apuraba su salida de manera cortés contando que su hijo Jesús Ernesto la esperaba en casa. Y sin embargo, aceptaba repetir fotos, tomando ella misma el teléfono. Escuchaba atenta los comentarios de los asistentes.
“Nada importante se hace en solitario”. Pensé en estas, sus palabras. Pensé también en estas cinco mujeres. Y pensé en su marido, en la transformación que está viviendo el país, y, en especial, la cultura.
REBECA MORENO LARA BARRAGÁN PROMOTORA CULTURA
Y PRODUCTORA DE TEATRO
@RBKMORE