Interpretaciones políticas sobre la instalación del Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y Crecimiento Económico van y vienen.
Se sigue cuestionando si le alcanza el músculo a Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia.
A diferencia de las pasarelas pre #4T, hubo dos oradores. Cada uno jugó su papel. El presidente Andrés Manuel López Obrador instalado en su hábil estrategia de posicionar los mensajes que entiende “el pueblo sabio”. Romo con líneas discursivas que buscan la convergencia.
Estamos por llegar a los 100 días, comparativo que también pierde validez en esta #4T. Es mucho tiempo porque las expectativas son especialmente altas; poco porque los cambios, sobre todo disruptivos, requieren asentarse.
El diagnóstico que presenta el Presidente suele ser preciso, aunque el sesgo a la hora de mencionar presuntos culpables o personificar y personalizar los problemas le resten validez.
También hay marcadas diferencias frente a las acciones que implementan el cambio, porque incluso dentro del gobierno hay posiciones encontradas.
Mientras Romo señala que la paz laboral es ineludible, hay quienes desde la Secretaría del Trabajo creen que las huelgas son necesarias.
Quiero creer que la instalación de este Consejo es una forma de López Obrador de ponerse sus propios contrapesos porque la simulación implicaría inhibición automática de la inversión. Riesgo que no podemos correr.
También es una forma de señalar que, a pesar de la resistencia natural al cambio, la ruta de la relación empresarios?gobierno es distinta.
Alfonso Romo dice con claridad: todos van a estar involucrados. Lo que incomoda a muchos es que cambió su forma de participar.
Por otro lado, la #4T se ve en la necesidad de ratificar su postura frente a la propiedad privada como “un derecho inherente”.
Pareciera como si percibieran esto como un inhibidor de las inversiones.
Discreto pero concreto el presidente señala que el gobierno sabe cómo generar bienestar social y los empresarios inversión, lo que en conjunto debería dar crecimiento.
Así, todos deberíamos de querer que por encima de nuestros intereses empresariales a México le vaya bien.
Andrés Manuel López Obrador pone de ejemplo a Romo, quien tomó un sexenio sabático.
¿Qué es entonces lo que está exigiendo? (1) convergencia: coincidir en la misma posición ante lo controvertido, (2) frente al proteccionismo del exterior produzcamos con contenido nacional, (3) la #4T no es la única responsable del crecimiento; y (4) todos están invitados, aunque no les guste la comida y la mesa en la que los sienten.
Pero, sobre todo, pongamos atención en el énfasis que el empresario Romo señaló en la importancia de generar riqueza con libertad.
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